Elizabeth Bunster, directora de Proyecto Esperanza, institución orientada al trabajo con mujeres que han abortado, manifestó que contrariamente a lo que se piensa piensa “la mujer que más aborta no es la persona de más bajos recursos económicos”.
Manifestó que los casos que especialmente se ven en todos los países son de nivel medio, alto, y universitario donde lamentablemente se llega al aborto “por una situación de status”. La experiencia señala que la mujer que aborta llega emocionalmente destruida y con mucho dolor, con una serie de signos de rabia e impotencia y que dicha situación se hace mucho más grave si la mujer está casada y con hijos.
En entrevista durante la VI Congreso Internacional Provida advirtió que no se habla del síndrome de post aborto. “Es urgente que hoy miremos que hay un gran daño en la salud mental de las mujeres por causa del aborto” y que se ha corroborado a través de estudios rigurosos publicados en el British Journal of Psychiatry por la doctora Priscilla Coleman, la relación que existe entre el aborto y el efecto negativo en la salud mental de las mujeres.
Bunster señala con contundencia que el aborto convierte a la mujer en víctima dos veces. “La primera cuando ella, cae en la trampa de pensar que el aborto era una solución para la circunstancia que rodeaba el embarazo y no asimilar la verdad de la existencia de un ser humano”, y la segunda cuando la mujer queda en silencio porque supuestamente lo que encuentra alrededor es la condena y el sentimiento de mucha vergüenza, dolor y el gran temor a hablar.
Por último indicó que “es un desafío que tenemos como sociedad responder solidariamente en ayudar a las mujeres embarazadas” y que una constante cuando le preguntan qué es lo que hubiera hecho que no abortasen, hay prácticamente una respuesta unánime: “si hubiese contado con el apoyo del padre de mi hijo o de mi familia”.
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