La princesa del pop desplegó todos sus encantos en un espectáculo de alto voltaje que mostró que la diva esta nuevamente en forma
La gira de la controvertida "princesa del pop" ha llegado a Londres, donde Britney Spears ha desplegado esta noche todos sus encantos para ofrecer un espectáculo de alto voltaje que confirma que la diva vuelve a estar en plena forma.
Suspendida de un trapecio circular y oculta bajo un traje de domadora y unas gafas de sol, Spears se presentó ante los cerca de 20.000 seguidores que acudieron al recinto O2 Arena de la capital británica interpretando "Circus", el tema que da nombre a su último disco.
La intérprete estadounidense ha protagonizado un espectáculo impregnado de principio a fin por la estética circense y en el que la cuidada escenografía y el vestuario -Britney se cambió de ropa en más de una decena de ocasiones- se han convertido en el principal aliciente.
De hecho, los acróbatas, payasos y malabaristas protagonizaron un inmenso espectáculo que sirvió para "tapar" las carencias de Spears, que no cuenta ya con la agilidad que mostraba en sus comienzos.
Además, la interpretación vocal resultó en muchos casos "sospechosa", al parecerse en exceso a la que uno puede escuchar reproduciendo su disco.
Como excepción cabe destacar "Everytime", la única balada del "show" que, interpretada en directo, sirvió de telón de fondo para que la estadounidense saludara al público y recordara "lo feliz que se siente cada vez que pisa Londres".
Por lo demás, interpretó temas de su nuevo disco como "Womanizer" o "A piece of me" que mezcló con clásicos como "Toxic" o "I"m a slave for you".
De su primer disco tan sólo recuperó "Baby one more time", quizás con la intención de dejar atrás el pasado y poner un punto y aparte a su carrera.
Como era de esperar, no faltaron a la cita las seguidoras incondicionales de la cantante, jóvenes que en su día crecieron al son de la música de la entonces adolescente Spears y que ahora, a golpe de "rimmel", tacones y de la mano de un vestuario un tanto sugerente, arroparon a su ídolo.
Ellos, por su parte, se repartían entre resignados y pacientes "acompañantes de" y entregados fanáticos que coincidían a la hora de describir a la estadounidense como "la cantante más sexy que ha habido y habrá".
Spears eligió la ciudad estadounidense de Nueva Orleans (Luisiana, EEUU) -su tierra natal- para dar el pistoletazo de salida a una gira que la devuelve a los escenarios cinco años después, desde que se viera obligada a cancelar la de "Onyx Hotel" por problemas personales.
Durante este tiempo, las apariciones públicas de la "rubia de oro" relacionadas con su profesión se han visto reducidas, dejando al descubierto a una Britney en horas bajas, convertida en princesa de la prensa del corazón por sus continuas desavenencias amorosas y problemas de salud.
La cantante, que ha vendido más de 62 millones de discos desde que debutara con tan sólo 18 años en 1999 con el mundialmente conocido "Baby one more time", trata con este espectáculo de mostrar que aún puede "reengancharse" al olimpo del pop tras unos años en el infierno.
En su empeño, Britney cuenta con la compañía de sus dos hijos, Preston y Jayden, de tres y dos años, respectivamente, que le acompañarán en la gira gracias a un acuerdo alcanzado con su ex marido, Kevin Federline.
EFE
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