Las actrices estadounidenses dejaron ─cada una en su momento─ sendas carreras en el cine y la televisión para formar parte de la realeza europea.
Meghan Markle no es la primera actriz estadounidense que lo deja todo por amor a un príncipe. Más de seis décadas antes, su compatriota Grace Kelly dijo adiós a una brillante carrera en Hollywood para convertirse en princesa de Mónaco.
Pero la época no es la misma. Kelly fue una de las grandes estrellas del cine clásico. Markle, que contraerá nupcias este sábado con el príncipe Harry de Inglaterra, es la protagonista de una serie de televisión difundida en Netflix.
"Meghan Markle es la Grace Kelly de la generación IPhone", resume Ana Romero, especialista española de la monarquía.
Fue un fotógrafo de la revista francesa Paris Match quien organizó el primer encuentro entre Rainiero III y la musa de Alfred Hitchcock durante el Festival de Cannes de 1955.
Con 26 años, Kelly, que acababa de ganar un Oscar por su papel en "The Country Girl", estaba en la cúspide de su carrera.
Menos de un año después pasaron por el altar. Para algunos, fue amor a primera vista; para otros, un matrimonio de conveniencia.
Pero nadie duda de que la unión entre Rainiero y una de las grandes estrellas del momento colocó a Mónaco en el mapa.
"Grace Kelly dio un impulso espectacular a la imagen del pequeño principado. Los turistas comenzaron a acudir en masa con la esperanza de percibir a la nueva pareja", explicó a la Betrand Tessier, autor de la biografía "La princesa desarraigada".
Sin embargo, esta unión truncó la prometedora carrera de Kelly en Hollywood. "El príncipe no quería que sus súbditos vieran a su esposa besando a otro hombre, aunque fuera en el cine", afirma Tessier.
“Tenía que elegir entre ser princesa o ser actriz, pero no podía ser las dos", añadió.
UN NUEVO CAPÍTULO
Más de sesenta años después, la historia se repite. Meghan Markle, que conoció al príncipe Enrique hace dos años en una cita a ciegas organizada por una amiga en común, anunció que abandonará su carrera de actriz para concentrarse en su trabajo humanitario.
"Será un nuevo capítulo", dijo con una amplia sonrisa la intérprete de 36 años, quien protagonizó el popular drama legal "Suits" durante siete temporadas.
Pese a los años que luchó para labrar su carrera, es más fácil para Markle cerrar este capítulo que para Kelly, que compartió pantalla con gigantes de la gran pantalla, como Gary Cooper o Clark Gable.
Además, "a diferencia de Grace Kelly, a quien Rainiero le prohibió continuar en el cine, Meghan lo hace de buena voluntad, de cierta manera es consciente de que su carrera ha tocado techo", estima Adélaïde de Clermont-Tonnerre, directora de la redacción de la revista francesa Point de Vue, especializada en familias reales.
"Es más fácil renunciar a tu carrera cuando eres Meghan Markle que cuando eres una de las estrellas más grandes, más bellas y glamurosas de tu época. Grace Kelly tenía a todo Hollywood a sus pies", añade Tessier.
DESTINOS CRUZADOS
Grace Kelly nació en 1929 en el seno de una acomodada familia católica de Filadelfia. Su padre había hecho fortuna en la construcción.
Meghan Markle tuvo una infancia menos estable. Vio la luz en Los Ángeles en 1981. Sus padres, de clase media, se divorciaron cuando tenía siete años.
Sobre el papel, ninguna de las dos estaba destinada a ser "princesa" y sus súbditos no dudaron en recordárselo.
Cuando Grace Kelly llegó a Mónaco se enfrentó al rechazo de la alta sociedad. "Todo el mundo se preguntaba qué viene a hacer aquí esta actriz de Hollywood", cuenta Jeffrey Robinson, autor de "Rainiero y Grace", una biografía autorizada de la pareja.
Los primeros pasos de Markle, una mujer divorciada, hija de una madre afrodescendiente, como novia del segundo hijo de Diana fueron aún más laboriosos.
La actriz fue víctima de insultos racistas de una extrema violencia en las redes sociales, hasta tal punto que el Palacio tuvo que publicar un inusual comunicado en el que expresó su descontento.
"La situación ha cambiado completamente desde el anuncio del compromiso de Harry y Meghan. Hay un enorme entusiasmo a nivel mundial, incluso mayor que para la boda de William y Catalina", afirma la directora de Point de Vue.
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