El director de ´Los amantes pasajeros´ señala que nunca se propuso ´transgredir una norma´ y todo lo que ha hecho ha sido ´espontáneo´.
Pedro Almodóvar, visionario, rupturista y provocador, asegura que nunca tuvo entre sus prioridades artísticas el escándalo, algo que hoy, a punto de estrenar "Los amantes pasajeros", ya no es necesario, porque, dice, "lo que nos sorprende ahora es la propia vida. Se nos adelanta de un modo vertiginoso".
"No he intentado nunca escandalizar. He sido lo más espontáneo que he podido y muchas veces ha resultado escandaloso. Pero proponerme "voy a transgredir una norma" o "voy a echar abajo un tabú", nunca lo he pretendido. Únicamente, sí era consciente de que he manejado determinados materiales muy explosivos", dice Almodóvar en una entrevista con EFEstilo.
Cierto es que Carmen Maura vendía a su hijo a un libidinoso Javier Gurruchaga en "¿Qué he hecho yo para merecer esto!", que Victoria Abril acababa enamorada de su secuestrador en "Átame!" o que hizo su película más romántica basándose en un enfermero que viola a una paciente inconsciente en "Hable con ella".
Pero en 2013 es Almodóvar el que, de alguna manera, se escandaliza con la propia vida, quien teje el terror alrededor de los avances que escapan a la bioética en "La piel que habito": empecé escribiendo como una película ciencia ficción y en el tiempo que tardé en escribir el guión se convirtió en realidad", dice.
Y quien reivindica en "Los amantes pasajeros" volver al teléfono fijo, sin móviles ni tabletas, y a las drogas más "cariñosas" como la mescalina.
"El cine ya no puede escandalizar tanto como la realidad. No solo la realidad social, sino en todos los aspectos. Siempre nos ha superado pero ahora más que en ninguna otra época y a una velocidad que ha superado a la de todo el siglo XX entero", asegura.
En la libertad sexual de "Los amantes pasajeros" Almodóvar se muestra simplemente coherente: "En todas mis películas apoyo muy abiertamente la sexualidad de todo el mundo, el modo en que cada uno vive su sexualidad. Desde el principio".
Y, desde el oscurantismo contra el que luchaban desde la movida madrileña, el ganador de dos Óscar se muestra satisfecho con la tolerancia de ese país otrora conservador a ese respecto.
"España creo que sí es tolerante, aunque no estoy muy seguro. En Francia no lo están aceptando con ninguna naturalidad. Ya ves las manifestaciones llenando los Campos Elíseos, hablando de que el matrimonio son dos personas de dos sexos y lo otro no".
"En España, aunque parezca contradictorio, la televisión, la peor televisión diría, esos "realities" o concursos, ha puesto muy en primer término a homosexuales, transexuales o gente que estaban en la mitad del camino, y quieras que no, han cotidianizado el asunto", explica.
"Lo han hecho con intenciones absolutamente aviesas, no con intenciones de que el pueblo español se desarrollara, pero como algo inesperado, dado que la gente ve muchas horas de televisión, han colaborado a que la gente normalice la situación. Acostumbrarse a que existe y, de pronto, a que puede ser la vecina de al lado", concluye.
EFE
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