Aunque Ricardo Gareca lo negó, a Gianluca Lapadula sí le afectó la altura. Sin embargo, supo compensar la falta de aire con decisiones acertadas.
“Él no tenía ningún problema en la altura”, dice Ricardo Gareca en conferencia de prensa, tras ganarle a Ecuador en Quito. Se refiere a Gianluca Lapadula, quien nunca antes había jugado lejos del llano. “Él no tenía experiencia previa, pero no tuvo ningún síntoma”, agrega. Y puede que sea cierto. Total, el ‘Tigre’ estuvo ahí, en la cancha, cerca al jugador. Puede que sea cierto. Total, el italo-peruano generó los dos goles de la Selección Peruana y dejó el campo recién en los descuentos. Tiene sentido. Total, nunca pidió su cambio.
Puede que sea cierto, pero yo creería que no. Diría, más bien, que sí sintió los 2800 metros de altura. Que, más allá de no ser Juliaca o La Paz, en algún momento le faltó el aire. Y lo diría porque lo vi. Y lo diría, además, porque, entonces, su entrega y su desempeño tienen mucho, mucho más valor.
Ya a los 20 minutos del primer tiempo, cuando el partido iba 0-0, Gianluca no corría. Por lo menos como lo hace normalmente, recogiéndose, buscando el balón. Estaba de pie, a la espera de que la pelota llegue a su zona. Cuando veía el espacio, alzaba la mano, marcaba el pase y recién picaba. No es una crítica. Todo lo contrario. De hecho, si hubiese sido una indicación del cuerpo técnico, hasta sería inteligente: que no se desgaste innecesariamente, que no retroceda, que sepa cuándo caminar, cuándo trotar y cuándo correr, que sepa esperar. Precisamente, la indicación del DT a Sergio Peña fue, en más de una ocasión, esa: que lo busquen, que se acerquen, que se asocien.
Pero volvamos al hecho: a Gianluca Lapadula le afectó la altura. A los 20 minutos del primer tiempo, el centrodelantero no solo no corría como de costumbre, sino que respiraba con la boca abierta, lentamente. No lo hacía de manera agitada, denotando cansancio. Lo hacía lento, como cuando inhalas aire porque sientes que te falta. La escena -el quedarse de pie y respirar lentamente, se repitió en más de un pasaje del partido. Cualquiera -y me incluyo- habría pensado que estaba esperando el entretiempo. Que 45 minutos, para ser la primera vez, estaba bien. Que había aguantado. Que había cumplido. Seguramente, es lo que habría pasado con otro jugador, pero no con él. Él salió, en la segunda parte, como si nada. Listo para seguir, listo para dar sus primeras dos asistencias, listo para ganar.
Listo estaba, también, para volver al campo tras el gol de Luis Advíncula. De pie, al borde del campo -tras ser atendido justamente por el desgaste post celebración-, Lapadula esperaba que el árbitro le permitiera el reingreso. Tan, pero tan metido en el partido estaba, que pareció no notar la presencia, a su derecha, de dos jugadores. Alexis Arias y Paolo Guerrero. Ellos, en cambio, sí la notaron. Y, aunque intentaron también llamar la atención del juez principal, Ricardo Gareca ya había tomado la decisión: ‘Lapa’ le dejaría su lugar al capitán, y lo entendió cuando un miembro del cuerpo técnico se acercó para explicarle que no iba más.
A Gianluca le faltó el aire, pero siempre pidió el balón. A Gianluca le afectó la altura, pero emprendió dos carreras -y ambas en el segundo tiempo- que terminaron en gol. Pudo buscar el suyo, pero no fue egoísta. Pensó en bien común y cedió la estadística. Su satisfacción era el colectivo. Lo personal llegaba añadido. Gianluca parecía ahogarse, pero quería seguir. Y eso es doblemente meritorio. Si ya de por sí su talento, su compromiso y sus decisiones son aplaudidas, a 2800 metros, con sus pulmones haciendo un mayor esfuerzo, merecen palmas de pie. “Él no tenía ningún problema en altura”, dijo Ricardo Gareca. Y yo creería que sí, que sí tuvo problemas, pero eso es lo que lo hace enorme: no se dejó estar, la luchó, fue más que ellos.
Perú, este martes, ha ganado por partida triple. Sumó tres puntos claves que le permiten seguir con vida en el proceso eliminatorio. Reconfirmó que cuenta con un jugador dispuesto a sacrificarse por el bien colectivo y capaz de pelearle -¿o ganarle?- el puesto al goleador del equipo. Y consiguió, además, unir a un país roto, golpeado, enfrentado. Este martes, tras el triunfo, Perú volvió a ser uno, aunque sea por un momento. Gianluca, aun sin aire, nos dio un respiro. Las dificultades siguen, las brechas continúan y las oposiciones, seguramente no pararán. El fútbol no borrará la crisis, por supuesto. Hay temas que, como sociedad, deben ser solucionados. Porque lo ideal no es que los problemas no existan, sino que se superen. Que no se nos acabe el partido a los 45’. Que lo juguemos los 90’. Que no nos dejemos estar.
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