El postre se sirve sobre un plato totalmente llano que resalta las formas y volumen del mismo. Entre sus sabores destacan el chocolate, el coco y la pera.
Casi no hay nada que ingresemos a nuestras bocas que antes no haya pasado por nuestra vista. Esta delicia con formas geométricas no es la excepción. Con unos buñuelos rellenos de chocolate, peras confitadas, helado de coco y palitos crujientes, este postre emula la forma de un genoma entreverado servido sobre una superficie plana.
Y por si fuera poco, los fuertes sabores de los purés que acompañan su decoración, como lo son el damasco y el sólido de yogurt, terminan de cerrar el círculo del dulce. “Son sabores que ya conocemos como el chocolate, la pera y el helado de coco, pero las variamos con las texturas divertidas de los palitos crujientes y las masas fritas que recubren los buñuelos” comenta el chef creador de este plato, Emilio Macías, de Quimera Restaurante.
Este postre en apariencia sencillo es bastante elaborado y pensado, y debe su sabor a la clásica receta de los buñuelos que ha sido investigada y desarrollada con el fin de obtener una superficie, color y sabor únicos. Cabe destacar que en nuestro país aún hay departamentos que conservan la costumbre de celebrar la Navidad con un buñuelo frito bañado con miel. Incluso se lo relaciona mucho con el Niño Manuelito en Cusco.
Comparte esta noticia