En fila uno al lado del otro bajo una carpa de plásticos y banderas paraguayas y brasileñas, los hombres cumplieron este domingo 13 días crucificados y la mujer 5.
Una mujer y tres extrabajadores de la hidroeléctrica Itaipú pasarán la Navidad con sus manos clavadas a cruces de madera y sin ingerir alimentos frente a la embajada de Brasil, en Asunción, en protesta porque no reciben los beneficios laborales que dicen que se les debe.
En fila uno al lado del otro bajo una carpa de plásticos y banderas paraguayas y brasileñas, los hombres cumplieron este domingo 13 días crucificados y la mujer 5, pero están decididos a quedarse hasta que el Estado paraguayo les dé una solución a sus reclamos.
Otras tres mujeres y un anciano se han ofrecido a sumarse al particular modo de protesta la próxima semana, dijeron.
"Lo que más duele es pasar la Navidad acá sin ver a la familia, es triste escuchar la música navideña en la radio", manifestó a Efe Rosa Cáceres de 52 años, cuyo marido, extrabajador de la represa, se encuentra enfermo en Ciudad del Este, a unos 400 kilómetros de Asunción, y al cargo de sus diez hijos y cinco nietos.
Cáceres confiesa que en realidad también le duelen los clavos. "Es muy doloroso porque por accidente me clavaron dos dedos juntos, pero se aguanta", aseguró.
"Los hombres ya llevaban una semana y no cambiaba nada, yo vine para que se ablande el corazón de los duros. Nos crucificamos porque Dios se crucificó para salvarnos a todos", dijo la mujer.
Los otros crucificados, Roberto Rosales, de 61 años, Roque Samudio, de 58, y Gerardo Orué, de 49, se sienten algo más agotados que Cáceres pero aseguran que continuarán por su reclamo: que se les paguen los beneficios retroactivos contemplados en el protocolo de 1974, que sí cobraron los brasileños que participaron en la construcción de la represa de mayor producción del mundo.
"Dios quiera que nuestro presidente nos ayudara y pudiéramos pasar la Navidad con la familia. Siempre hay esperanza", declaró Roberto Rosales desde su cruz apoyada en el suelo rodeada de un altar con un esmerado Belén navideño.
"Vamos a pasar Navidad, Año Nuevo, los Reyes y todo si no vienen soluciones", dijo a Efe Teodorico Franco, un portavoz de la coordinadora de extrabajadores de Itaipú y contratistas que agrupa a 9.500 exempleados, de los casi 40.000 que levantaron la represa.
Según Franco, el asesor jurídico del presidente Horacio Cartes, Sergio Godoy, les dijo a los extrabajadores que ya entregó el documento con los reclamos a Itaipú.
"Y estamos esperando la respuesta de Itaipú hasta este momento y nadie apareció. Si no viene solución no nos vamos a ir de acá, vamos a morir todos acá", declaró el hombre.
La crucifixión va acompañada de la abstinencia de alimentos sólidos, con el objeto de disminuir las defecaciones, e incluso racionar la cantidad de líquido para orinar lo menos posible y no provocar movimientos bruscos.
Tras movilizaciones de distinto tipo durante muchos años, frente a la Itaipú en la localidad de Hernandarias y en el lado brasileño, en el centro de Asunción o frente al Congreso Nacional, en noviembre sus integrantes se inclinaron por las "crucifixiones" como forma de presión.
Entre los puntos que piden se encuentran incentivos por productividad y antigüedad, así como un vale de alimentación y complementos por vacaciones y por traslado de los trabajadores fuera de su región de origen.
Itaipú, enclavada en el río Paraná, límite natural entre Paraguay y Brasil, se convirtió en el destino de decenas de miles de paraguayos que acudieron en la década de 1970 en búsqueda de trabajo, a quienes se les conoce como "los pioneros".
Entonces se trataba de un lugar remoto, casi deshabitado y cubierto de una espesa selva. En la construcción murieron unas mil personas en accidentes o problemas de salud vinculados con el trabajo en un período de diez años, según dijo a Efe una fuente de Itaipú.
EFE
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