Para la especialista, la comunicación es importante para que el otro me conozca y requiere de respeto y apertura.
La terquedad, cólera contenida y llanto es la respuesta que una pequeña de 9 años da cuando su madre la corrige por algún motivo. Esther, su madre, quiere comunicarse con ella, pero lo único que la niña hace es llorar. “Me saca de casillas, le llamo la atención y termino castigándola”, expresa desconsolada. Maritza Figueroa, doctora en psicología clínica le responde.
“Cuando los niños se frustran porque no se hace las cosas que quieren, lo primero que un adulto debe hacer es enseñarle a calmarse. Ese aprendizaje empieza desde la cuna. Cuando el niño tiene estas explosiones se le explica una vez y lo dejas. Si la madre le ruega e insiste que se porte bien, hace que la menor sea más rebelde y este busca controlar la situación por la pataleta”, expresó.
Maritza Figueroa, quien además es coordinadora del grupo impulsor de reforma de la salud mental del Perú, dijo que la comunicación se pierde cuando hay frustración y cuando la persona no se siente escuchada. Si tengo un fastidio con mi pareja y descargo toda la rabia, no estoy manejando la ira y eso no ayuda a la comunicación.
Figueroa explicó que “para no perder la comunicación hay que tener respeto y escucha, y también apertura. Ser capaz de decir cómo me siento, ser capaz de eso y además escuchar al otro” y agregó que para promover la comunicación abierta es importante mostrar simpatía. “Hay gente que te habla y no te mira. Es poder hablar con claridad sobre un tema a la vez”, precisó.
“No se trata del poder, quien domina a quien, yo digo o tú dices, espero que me escuches y yo te escucharé. Cuando uno es seguro en la vida puede ser más cálido, más abierto, tener mejor escucha, dar más crédito al otro, aceptarlo como es. Las personas no son muchas veces como quisiéramos. Son como son”, aseveró.
Finalmente, recordó que la comunicación es importante para que “nuestras necesidades tengan una salida satisfactoria, para que las personas que nos rodean puedan conocernos mejor y poder interactuar de manera saludable. No significa que quiero dominar al otro, sino permitir una apertura para que me conozca e iniciar un diálogo con la pareja, con hijos, con el jefe, etc .”
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