¿Es bueno dar propinas a los niños?

Podría ser un premio, ausencias de padres soslayadas mediante una propina, padre culposo, en fin, no todos los niños necesitan una propina, lo que si tenemos claro es que todos los niños tienen derecho a ser felices. Ser padre implica tiempo, templanza, espacio, honestidad, cariño, amor, fortaleza, nobleza, y mucho más.

Quizás valga mencionar a modo de ejercicio para los padres de familia: ¿Por qué les brindan una propina a sus hijos, y cuál es la enseñanza de la misma?

Por otro lado, la vorágine del mundo moderno, y la sociedad del consumo muchas veces, genera en los chicos menos tolerancia a la frustración y una sed de saciedad (de querer tenerlo todo al instante). Por ello, los padres deben de tener en cuenta la enseñanza de la construcción de límites “hasta donde sí, y hasta donde no”. Por ejemplo, con el tema del dinero, creo yo debe ser controlado por uno de los padres según la edad del chico, y no puede ser a libre albedrío. 

Ciertamente en algunos casos, los padres suelen entregar a sus hijos pequeños cantidades de dinero ya sea para que los pequeños de la casa puedan adquirir algún dulce que les guste, para que aprendan ahorrar en su alcancía, u obtener algún juguete pequeño. Sin embargo, esto puede ser en algún caso beneficioso o contraproducente dependiendo de cómo se maneje este tema entre padres e hijos.

Normalmente, a la edad de los 7 u 8 años que los niños ya tienen una perspectiva más clara de la cantidad, y muchos de ellos, ya saben sumar y restar por ende, pueden hacer un mejor uso de la propina. Asimismo, llegar a comprender la finalidad que tienen sus padres al hacerles entrega de su gratificación. No obstante es un tema muy privado de cada familia, es decir, habrá familias que pueden compensar a sus hijos con pequeñas cantidades de dinero, y otras que no estén de acuerdo con que sus hijos manejen dinero a una corta edad. 

Los niños necesitan más que una propina, el amor de sus padres y el espacio y tiempo que puedan compartir con ellos. Definitivamente, padres que comparten lecturas de cuentos y juegos didácticos con sus hijos afianzaran el vínculo padre e hijo, además, de ayudarlos a desarrollarse internamente (emocionalmente). 

La frustración en el niño  es necesaria para que este se desarrolle emocionalmente, y en el mundo de hoy esa frustración está venida a menos. Por ello habrá que insistir que los padres son los únicos que pueden ayudar a sus hijos a frustrarse y por ende ayudarlos a esperar con calma, y a madurar. En la medida que un chico logre ese nivel de comunicación cálida con sus padres estará creciendo por el sendero adecuado. Es decir, el niño que pueda aceptar y entender las razones de sus padres  para negarle algo, como por ejemplo su propina, esos padres ya avanzaron.

Recordemos que las propinas son gratificaciones para los niños, no son una obligación, ni un deber de padres a hijos. Ni mucho menos, funcionan como medio de reparación ante las faltas en términos afectivos de padres a hijos. Ni un “hijo mío te brindo una jugosa propina y de esta forma alivio mi culpa”. 

El amor no se puede comprar, el amor, el vínculo, la confianza y el respeto entre padres e hijos se gana con paciencia, fortaleza, y cuidado de los afectos. Finalmente, creo que la ecuación es más sencilla: padres que se ocupan y educan diariamente a sus hijos = niños saludables y humanitarios, y muchas más cualidades (que pasan por el orden de la bondad, y la salud).

Aporte brindado por: Dra. Maribel Briceño- Psicóloga Clínica - Psicoterapeuta -Máster en Asesoramiento Familiar.

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Producción: Claudia Alarco La Cruz