Si una mujer ya se casó, ¿debe guardar el vestido o deshacerse de el?, te damos algunos trucos para que sepas qué hacer luego de tu boda.
Tras el matrimonio es necesaria una limpieza profunda del vestido para poder conservarlo en perfecto estado.
Ya lo has hecho, has dado el sí quiero al hombre de tu vida, y ahora, ¿qué? El vestido de novia está elaborado a base de tejidos y materiales muy caros y delicados, y es imprescindible darle unos cuidados básicos para que aguante el paso del tiempo.
Lo primero que se debe hacer es guardarlo en una amplia bolsa de plástico, una limpieza a fondo le devolverá su color.
Cerciórate antes de que todos los bordados de cristal y demás apliques estén en su sitio, para no perderlos durante el proceso.
A la hora de guardarlo la mejor opción es un caja de cartón resistente: los vestidos de novia, especialmente si tienen cola, suelen pesar bastante. Lo mejor: envuélvelo en papel de seda para que absorba la humedad, guárdalo doblado en la caja y ventílalo de vez en cuando para que no coja un mal olor.
Mientras aún lo lleves puesto, debes tener en cuenta también algunos tips que te ayuden a mantenerlo en perfecto estado una vez acabe la boda. Intenta evitar las zonas ajardinadas y si te manchas de manera evidente olvida el primer impulso de lavar la prenda con agua y jabón porque esta vez el agua actúa como imán para la suciedad.
La gran mayoría de novias guardan su vestido como un recuerdo vivo y precioso de ese gran día o para dejarlo como legado a sus hijas o nietas, el vestido debe aguantar el paso de los años.
Pero si no eres de esas novias apegadas a las cosas materiales, hay otras opciones: puedes venderlo a una tienda de prendas de segunda mano, regalarlo a una amiga o incluso reciclarlo.
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