El deficiente transporte público es uno de los problemas por resolver en Lima. La capital recibirá su 490 aniversario de fundación española con un servicio que no cubre la demanda de la población. Desde el siglo XIX, se han puesto en marcha diferentes sistemas que quedaron truncas o todavía están en proceso. Conozcamos la historia de la evolución de transporte público en Lima, uno de los retos de las autoridades.
Los carruajes fueron el primer transporte público de Lima. En 1878, inició el tranvía urbano con tracción animal, luego pasó a ser un sistema eléctrico, en el siglo XX. Desde 1920, los tranvías compitieron con las primeras empresas de buses y, en 1965, dejó de operar por deudas.
Ese año, la Municipalidad de Lima creó la Administradora Paramunicipal de Transporte, con buses Büssing Senator, que recorrían diversas rutas con las primeras unidades articuladas Ikarus de Hungría. En los setenta, operó Transportes Lima Metropolitana, con buses azul y blanco, que recorrían varias calles de Lima y Callao.
En 1976, el gobierno militar creó Enatru Perú, empleando los buses articulados en algunas rutas. En 1992, el Gobierno de Alberto Fujimori vendió los buses a los trabajadores, quienes mantuvieron las rutas por algunos años.
En 1990, el entonces presidente Alan García inauguró el primer tramo de la Línea 1 del Metro, obra que quedó inconclusa hasta 2014, cuando completó su ruta desde Villa El Salvador hasta San Juan de Lurigancho. Hoy en día, se construyen la Línea 2, que unirá Ate y el Callao, y parte de la Línea 4.
En 2004, Alberto Andrade, como alcalde de Lima, desarrolló el proyecto Lima Bus, sistema de transporte con carriles exclusivos, similar al utilizado en Bogotá, en Colombia, o Curitiba, en Brasil.
“Es un sistema en el cual en un carril exclusivo donde van vehículos de más de 160 pasajeros va rápidamente y tiene un alto nivel de calidad”, sostuvo en aquel momento.
El proyecto Lima Bus dio origen al Metropolitano, que opera desde 2010 y, desde diciembre de 2024, llega a Carabayllo. En 2014, Susana Villarán, exalcaldesa de Lima, hoy procesada penalmente por corrupción, inició la operación de los corredores complementarios con el Corredor Azul.
“Es el día en que empieza un orden, seguridad, fluidez, descontaminación del transporte público de pasajeros de nuestra ciudad. Hoy día los buses azules de la reforma empieza”, resaltó.
En 2014, empezó a operar el Corredor Rojo, por Javier Prado y La Marina; y, en 2017, el Corredor Morado, por San Juan de Lurigancho. Los Corredores Amarillo, que iban por la Vía de Evitamiento, y Verde, por la avenida Venezuela, dejaron de operar por los altos costos operativos.
Informalidad en el transporte público
El plan de Corredores Complementarios no avanzó con rutas alimentadoras, manteniéndose empresas con buses de diversos tamaños. En los 90, aparecieron las combis, con capacidad para 15 pasajeros, y años después llegaron las llamadas cústeres, de hasta 30 pasajeros, lo que incrementó las unidades y la congestión vehicular en las calles de Lima y Callao.
Además, surgió otro fenómeno: los autos colectivos, una modalidad ilegal que atiende una demanda no satisfecha por el sistema actual de transporte público. Elvira Moscoso, gerente de movilidad urbana de la Municipalidad de Lima, responsabilizó a la Autoridad de Transporte Urbano.
“Quién administra el transporte, la ATU, es la responsable de controlar porque tiene la competencia tiene la facultad de imponer las sanciones al transporte informal. Para eso tendrá que tener depósitos inspectores grúas al margen de priorizar la circulación de estas unidades”, manifestó.
El ingeniero Jhony Pardavé, experto en transporte público y desarrollo sostenible, indicó que Lima y Callao registran 24.5 millones de viajes diarios. Los actuales sistemas del Metro de Lima, el Metropolitano y los corredores complementarios apenas cubren el 7 % de la demanda. El transporte regular atiende el 40 % de la demanda, mediante combis, cústeres, microbuses y buses. Pardavé advirtió sobre el crecimiento del transporte informal.
“Está creciendo la informalidad, ya está llegando al 25 % haciéndole paralelo, haciéndole el transporte informal en los corredores”, sentenció.
Pardavé destacó la urgencia de contar con una política de transporte urbano a largo plazo para Lima y Callao, con leyes que impulsen una mejor cobertura, la creación de 12 corredores tipo Metropolitano y la integración de sistemas con una tarjeta de pago única.
Edwin Derteano, presidente de la Alianza Empresarial para el Transporte Terrestre, señaló que se debe priorizar un sistema con buses de mayor capacidad y más líneas del Metro, evitando unidades de distintas capacidades que generan más congestión.
“Bus, microbús, custer, combi, micro combi, loncherita, colectivo y taxi. ¿En qué termina esto? Que el limeño promedio se demora cuando menos una hora más al día de lo que debería de moverse en ir, malviajando además de una calidad de transporte espantoso”, reflexionó.
El índice de tráfico de TomTom 2024 situó a Lima entre las diez ciudades más congestionadas del mundo y entre las tres peores de América. En un análisis de 500 ciudades de 62 países, se concluyó que los limeños pierden en promedio 155 horas al año en el tráfico.
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