Para Óscar Naranjo se debe generar confianza entre ciudadanos y la PNP y no abandonar las tareas de prevención. "Estamos pagando un costo por habernos distraído”.
Óscar Naranjo, considerado el mejor policía del mundo por la Asociación Internacional de Policías en el año 2010, habló sobre la inseguridad ciudadana que se vive en el Perú. El experto dijo que para combatir este problema “se debe generar confianza entre los ciudadanos y sus autoridades, particularmente con la Policía”.
Cultura de denuncia. En entrevista al Diario Perú 21, el experto en seguridad ciudadana comentó que cuando la población no denuncia, la responsabilidad es del Estado y sus autoridades porque dejaron que se pierda la confianza. Esto se revierte “dándole confianza a través de resultados y medidas efectivas. Después poner en marcha una cultura de denuncia”, no individual sino colectiva para que los ciudadanos se sientan protegidos. Para ello, se deber abrir espacios de denuncias virtuales con el fin de hacer seguimiento a sus quejas.
Abandono de prevención. Para Naranjo, la política de seguridad ciudadana abandonó las tareas de prevención. “Estamos cosechando lo que significó abandonar instrumentos de prevención social del delito y, probablemente, estamos pagando un costo por habernos distraído”.
No todo debe ser judicializado. El mejor policía del mundo del 2010 comenta que no todo debe ser judicializado a través de procesos penales, ya que “existen otros mecanismos como códigos administrativos que sancionan faltas, que implican cumplir pena en las cárceles. Asimismo, se debe ayudar a la convivencia con el sistema social que está roto”.
Negociación con las FARC. Óscar Naranjo, quien estuvo de servicio en la Policía colombiana 36 años y ahora forma parte del equipo de gobierno que negocia el acuerdo de paz con las FARC, dijo que para las negociaciones con el grupo guerrillero ya había condiciones objetivas que debían trabajarse, eso “no significaba que el Estado claudicaba ante la guerrilla y que ellos tampoco capitulaban ante nosotros, sino que se creaba un espacio de convivencia (…). Se entiende el interés de las FARC en participar en la política pero se debe tener en cuenta que el uso de las armas no lleven a esa combinación nefasta, sino que la democracia se profundice para que las armas se reemplacen por ideas y las balas, por votos”.
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