Quedó empate en tercer puesto en Toronto 2015, pero perdió la definición y quedó sin medalla. Este viernes, Nicolás Pacheco, competidor de tiro al plato, irá por su revancha en Lima 2019. Conoce más de él.
“Mientras todo el mundo estaba en el ‘matri’, yo estaba volando en un avión 25 horas”, dice. Era uno de sus mejores amigos el que se casaba, y él, aunque quisiera, no podía estar ahí: volvía de un Mundial de tiro en Corea.
No era la primera vez que Nicolás Pacheco se perdía un evento importante. De hecho, sus dos últimos cumpleaños los pasó volando. Incluso, a pesar de ser el padrino, un selectivo le impidió estar en la foto de confirmación de Mathías, su hermano menor.
“Ser deportista profesional es un trabajo. Acá, en Perú, no lo ven así. Piensan que nos dedicamos a esto porque no tenemos algo mejor que hacer, pero es muy sacrificado”, asegura.
Habla con sustento. Nicolás, una de nuestras principales cartas en Lima 2019, lleva la mitad de su vida conociendo ese sacrificio al que se refiere. Empezó a los 12 años y dividía su tiempo entre las clases, las tareas y la escopeta.
“Era raro para mis amigos, profesores. No es normal que una persona maneje un arma aquí, y menos un chico de 12 años, pero tuve suerte de que siempre tuve el apoyo de todos”, cuenta.
Tenía entre 6 y 7 años cuando le regalaron su primer arma. No era una escopeta, claro, sino una carabina de balines. Sin embargo, y aunque su mamá es la única de la familia que nunca ha disparado, su papá le ponía restricciones para usarla.
"Siempre me ha enseñado desde chico a tener mucha responsabilidad con las armas. Si bien una carabina de balines no es peligroso, me decía ‘Solo la usas conmigo, y en el campo’”, recuerda.
A los ocho años, su abuelo le regaló una escopeta, pero era muy chico para maniobrarla. Recién a los 11, y por diversión, la inauguró en el campo. Y aunque no era de deporte, sino de caza, un año después la llevó a su primera vidita a un campo de tiro.
Rompió 17 de 25 platos. Un número más que aceptable para un novato en el tema. Y tuvo suerte, piensa, porque en el mismo lugar estaba el entrenador de la selección, un cubano que lo invitó a entrenar con él.
Al inicio lo hacía como hobby. Iba en sus tardes libres luego de clases o los fines de semana, pero luego dejó de ser un pasatiempo. A los 15, fue a su primer Mundial en Alemania. Tiró 120 de 125. Para alguien de su edad, era una excelente marca. Quedó a solo un plato de la medalla en la categoría.
Nicolás es uno de nuestros referentes en tiro al plato y ha practicado las dos modalidades olímpicas del deporte: skeet y fosa. En la primera, la que desarrollará en Lima 2019, son uno o dos platos los que salen de dos casetas ubicadas a los lados y cruzan la cancha. El tirador sabe cuántos y por dónde saldrán y tiene solo un tiro por plato. En la segunda, en cambio, hay dos tiros por plato, pero no se sabe por dónde saldrá este. Eso sí, siempre es uno y, en vez de atravesar el campo, se aleja del tirador.
A primera instancia, uno pensaría que para este deporte se necesita puntería, pero no. El plato recorre la cancha con una velocidad de 120 a 150 kilómetros por hora. Es decir, en menos de un segundo, por lo que –según indica Nicolás- se debe disparar en 10 milésimas de segundo. Es un tiro automático, en el que Importa no tanto apuntar bien como tener reacción y reflejos. La técnica y el control son claves para que se desprenda cualquier parte del plato, sin importar lo pequeña que sea. Si es así, el punto valdrá. Eso sí, todo dependerá del juez principal y los dos jueces laterales.
Se disparan cinco rondas de 25 platos en ambas modalidades. De los 125 platos, los seis mejores entran a una final. Según cuenta Pacheco, para entrar en esa etapa, en la alta competencia, se debe disparar al menos 122 de 125. Ese es su principal objetivo en los Juegos Panamericanos: quedar entre los seis primeros y llegar a la final del 3 de agosto.
No la tendrá fácil: pese a ser local, la cancha recién se inauguró la segunda semana de julio, y muchos participantes extranjeros que llegaron para los Pre Panamericanos la conocen ya igual o más que los peruanos. De todas formas, Nicolás entiende que muchos lo vean como favorito a conseguir medalla.
“No lo veo como presión porque es un realidad. Yo quedé en tercer lugar empatado en Toronto 2015. En el desempate perdí la medalla y la clasificación a Río, con solo 17 o 18 años. Es lógico que cuatro años después tenga la oportunidad de llegar al podio. Estoy seguro de que será una fiesta increíble. La idea es lograr el máximo de podios en estos juegos peruanos”, menciona. Y todos esperamos lo mismo.
Comparte esta noticia