"La gente lo necesita. Podemos cerrar los salones de peluquería, pero no podemos hacer que el cabello deje de crecer", señala Driton Kameri, quien se ha vuelto muy querido en su ciudad.
En Pristina, Kosovo, un peluquero desafía al coronavirus y la prohibición de abrir comercios no esenciales para practicar su arte al aire libre, no sin antes rociar a sus clientes con desinfectante de pies a cabeza.
Con toque de queda, cierre de bares, gimnasios y otros servicios, Kosovo ha tomado medidas drásticas para combatir la propagación de un virus que ha infectado oficialmente a más de 220 personas, seis de las cuales han muerto.
"El virus no tiene patas, por favor, no se las lo dé", pide el Instituto de Salud Pública de la antigua provincia serbia, donde los servicios sanitarios son muy precarios.
Pero Driton Kameri, de 33 años, un peluquero muy popular en la capital de Kosovo, quiere cortar el cabello a sus clientes a toda costa.
"La gente lo necesita. Podemos cerrar los salones de peluquería, pero no podemos hacer que el cabello deje de crecer", dice a la AFP, luciendo sombrero negro y zapatillas deportivas rojas.
Las autoridades fingen no ver la nueva modalidad de su negocio. "No puedo aplaudirlo porque está vigente una orden para quedarse en casa, pero tampoco puedo insultarlo porque es muy valiente", admite un funcionario de los servicios de salud, que requiere el anonimato.
TODAS LAS MEDIDAS
"Tony", como lo llaman sus clientes, asegura que toma todas las medidas necesarias para garantizar su seguridad y de las personas que atiende. Ya sea en jardines privados o patios traseros, "solamente corto el cabello al aire libre".
"No voy a ninguna parte sin máscaras o guantes y sin desinfectante", apunta. Cuando sale de su casa armado con sus tijeras y su navaja de afeitar, también tiene en la espalda un pulverizador con el que rocía copiosamente a sus clientes con alcohol a 70 grados.
Tony ya era famoso antes de la pandemia por su "drive-in" capilar, que permitía a los clientes estacionar sus vehículos directamente en su establecimiento, para compensar la falta de espacios de estacionamiento en el centro de la ciudad.
Con sus 40.000 seguidores en Instagram, es considerado una estrella de las redes sociales. "Eres genial", escribe uno de sus admiradores.
La necesidad de ganarse la vida (un corte al aire libre cuesta cinco euros, como en la barbería) no es su única motivación, afirma. "Lo hago por la gente, pero también por diversión. En estos tiempos difíciles, tienes que relajarte", señala.
Tony corta el pelo gratis a los más pobres y a los jubilados, un reflejo de la solidaridad que se puede ver en Pristina durante la pandemia, como la panadería que anuncia que el pan es "gratis para aquellos que no pueden comprarlo".
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