Max Mason fue condenado a 30 años de prisión vinculado a la supuesta violación de una joven blanca en Minnesota. El afroamericano siempre negó estar involucrado en el crimen, por el que fueron ejecutadas otras tres personas.
El 15 de junio de 1920, tres afroestadounidenes fueron linchados y colgados en Duluth, en Minnesota (Estados Unidos), acusados sin pruebas de haber violado a una mujer blanca.
Cien años después, la justicia de ese estado indultó a un cuarto hombre condenado por este crimen, que siempre ha negado.
Max Mason, quien murió en 1942, se convirtió hoy en el primer hombre en beneficiarse del perdón póstumo en el estado de Minnesota, un símbolo en un momento en que Estados Unidos se enfrenta a las raíces históricas del racismo que aún socava amplios sectores de la sociedad.
La solicitud de perdón había sido formulada mucho antes que la muerte de George Floyd el 25 de mayo en Minneapolis, provocando una gran ola de ira en todo el país, pero su resultado llega en el momento adecuado.
"Las últimas semanas nos han demostrado que necesitamos una mejor justicia en Minnesota. El perdón de Max Mason es un paso muy retrasado en esa dirección", dijo el abogado estatal Keith Ellison.
El 14 de junio de 1920, una joven blanca, Irene Tusken, y una amiga fueron a ver una actuación de circo en Duluth.
Al día siguiente, la joven aseguró a su padre que habían sido atacadas por integrantes del circo después de la actuación y que su compañera había sido violada.
Humillados y torturados
La policía arrestó de inmediato a varios empleados afroamericanos, incluido Max Mason, y los exhibió ante las chicas, quienes no los reconocieron.
Un médico había examinado a la joven sin encontrar ningún rastro de violencia sexual, según documentos judiciales.
A Max Mason se le permitió partir y continuó su camino con el circo ambulante. Sin embargo, la policía arrestó y detuvo a los otros sospechosos.
Durante la noche, un grupo irrumpió en la estación de policía y secuestró a los tres hombres, arrastrándolos por las calles de Duluth antes de colgarlos frente a miles de personas.
Aunque escapó de la muerte, Max Mason debió batallar con la justicia, que luego volvió sobre sus pasos y lo condenó a 30 años de prisión, bajo el argumento de que él e Irene Tusken tenían un vínculo porque ambos sufrían de gonorrea, una enfermedad venérea común.
Seguramente no se lo habría condenado "si hubiera sido blanco", estimó en aquella época el fiscal local Mason Forbes, citado en el pedido de indulto.
(Con información de AFP)
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