Más de 30 adolescentes recluidos en un centro para menores de Sao Paulo rindieron hoy tributo al recientemente fallecido Michael Jackson.
En la Unidad de Internación de Abaeté, en la periferia de Sao Paulo, los jóvenes bailaron al son de "They don"t care about us", la canción cuyo vídeo-clip Jackson grabó en 1996 en una favela de Río de Janeiro.
Entre muros de más de seis metros, alambradas, cámaras de vigilancia, rejas y todas las medidas de seguridad propias de un centro penitenciario, los chicos disfrutaron de una actividad diferente que concitó la atención de numerosos medios de comunicación.
En la actividad participaron 32 de los 96 adolescentes acusados de delitos como homicidio, secuestro, tráfico de drogas o robo. Todos ellos usaron un antifaz para mantener en secreto su identidad ante los medios.
La iniciativa fue impulsada por el imitador brasileño conocido como Billy Jackson, quien se mostró entusiasmado con la experiencia y con la relación con los reclusos.
"Si empezara a hablar, podría pasarme todo el día diciendo cosas buenas de los chicos", comentó a Efe el bailarín quien, sin embargo, reconoció los problemas que le supuso montar la coreografía casi sin tiempo para ensayar y con bailarines muy jóvenes.
Por su parte, el director del centro, Eduardo Felipe Pereira, explicó a Efe que la iniciativa partió de los propios chicos, que "se identifican con las dificultades que pasó el ídolo cuando era niño, ya que ellos también tuvieron una infancia difícil".
Según Pereira, Jackson "dejó un mensaje muy bueno para los jóvenes", pues "consiguió vencer sus obstáculos, corrió detrás de sus sueños y dejó un mensaje de que todo es posible cuando se cree en los ideales".
Agregó que el homenaje de hoy va "a beneficiar a los jóvenes porque muestra que hay armonía dentro de la unidad y que realmente ellos están preparados para la convivencia en sociedad".
"Para ellos además es una novedad y una posibilidad de salir de la rutina diaria", comentó.
Pero la música de Jackson pronto derivaba en una muy brasileña "batucada" acompañada por los jóvenes de movimientos de "break dance" y bailes callejeros.
Los lances más aplaudidos por sus propios compañeros fueron los vuelos de un joven de 19 años que, acusado de secuestro, lleva recluido un año y siete meses y espera poder salir en diciembre.
El joven contó a Efe que en el centro estudia artes escénicas y literatura, y cuando salga espera poder vivir de su talento para bailar o en alguna actividad artística relacionada con el teatro o el circo.
Además, explicó que en la reclusión ha descubierto su talento para la literatura, hasta el punto que ya ha escrito más de 80 poemas.
Incluso llegó a declamar uno de ellos: "cuando me despierto, te quiero ver; cuando voy a dormir, pienso en ti; sólo ahora me he dado cuenta de cuánto me acuerdo de ti".
"Creo que he cambiado, aquí dentro desarrollé mis poemas y mi capacidad para estudiar. Aprendí a usar la inteligencia para no volver al crimen. Los errores los voy a dejar de lado", agregó.
El chico es uno de los 15 alumnos que asisten a las clases de artes escénicas que imparte Vando Ribeiro, quien enseña malabares, teatro y coordinación, todo dentro de un proyecto impulsado por Acción Cultural, la ONG para la que trabaja.
Ribeiro dijo que los jóvenes preparan la presentación de una comedia que transcurre en un autobús que sufre un accidente en el que resulta herida una persona de avanzada edad a la que nadie había cedido su asiento.
"El segundo acto es el juicio donde se determina quién es el culpable, si los viajeros que no cedieron su asiento, el conductor que manejaba bebido o el señor por subirse al autobús", agrega Ribeiro entre risas.
EFE
Entre muros de más de seis metros, alambradas, cámaras de vigilancia, rejas y todas las medidas de seguridad propias de un centro penitenciario, los chicos disfrutaron de una actividad diferente que concitó la atención de numerosos medios de comunicación.
En la actividad participaron 32 de los 96 adolescentes acusados de delitos como homicidio, secuestro, tráfico de drogas o robo. Todos ellos usaron un antifaz para mantener en secreto su identidad ante los medios.
La iniciativa fue impulsada por el imitador brasileño conocido como Billy Jackson, quien se mostró entusiasmado con la experiencia y con la relación con los reclusos.
"Si empezara a hablar, podría pasarme todo el día diciendo cosas buenas de los chicos", comentó a Efe el bailarín quien, sin embargo, reconoció los problemas que le supuso montar la coreografía casi sin tiempo para ensayar y con bailarines muy jóvenes.
Por su parte, el director del centro, Eduardo Felipe Pereira, explicó a Efe que la iniciativa partió de los propios chicos, que "se identifican con las dificultades que pasó el ídolo cuando era niño, ya que ellos también tuvieron una infancia difícil".
Según Pereira, Jackson "dejó un mensaje muy bueno para los jóvenes", pues "consiguió vencer sus obstáculos, corrió detrás de sus sueños y dejó un mensaje de que todo es posible cuando se cree en los ideales".
Agregó que el homenaje de hoy va "a beneficiar a los jóvenes porque muestra que hay armonía dentro de la unidad y que realmente ellos están preparados para la convivencia en sociedad".
"Para ellos además es una novedad y una posibilidad de salir de la rutina diaria", comentó.
Pero la música de Jackson pronto derivaba en una muy brasileña "batucada" acompañada por los jóvenes de movimientos de "break dance" y bailes callejeros.
Los lances más aplaudidos por sus propios compañeros fueron los vuelos de un joven de 19 años que, acusado de secuestro, lleva recluido un año y siete meses y espera poder salir en diciembre.
El joven contó a Efe que en el centro estudia artes escénicas y literatura, y cuando salga espera poder vivir de su talento para bailar o en alguna actividad artística relacionada con el teatro o el circo.
Además, explicó que en la reclusión ha descubierto su talento para la literatura, hasta el punto que ya ha escrito más de 80 poemas.
Incluso llegó a declamar uno de ellos: "cuando me despierto, te quiero ver; cuando voy a dormir, pienso en ti; sólo ahora me he dado cuenta de cuánto me acuerdo de ti".
"Creo que he cambiado, aquí dentro desarrollé mis poemas y mi capacidad para estudiar. Aprendí a usar la inteligencia para no volver al crimen. Los errores los voy a dejar de lado", agregó.
El chico es uno de los 15 alumnos que asisten a las clases de artes escénicas que imparte Vando Ribeiro, quien enseña malabares, teatro y coordinación, todo dentro de un proyecto impulsado por Acción Cultural, la ONG para la que trabaja.
Ribeiro dijo que los jóvenes preparan la presentación de una comedia que transcurre en un autobús que sufre un accidente en el que resulta herida una persona de avanzada edad a la que nadie había cedido su asiento.
"El segundo acto es el juicio donde se determina quién es el culpable, si los viajeros que no cedieron su asiento, el conductor que manejaba bebido o el señor por subirse al autobús", agrega Ribeiro entre risas.
EFE
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