La partida del reconocido charanguista despertó emociones en el circuito musical. Uno de ellos, su amigo y también músico Manuelcha Prado, quien lo recordó como una persona dispuesta a enseñar y dar consejos, así como un referente de la música ayacuchana.
Así como Raúl García Zárate fue el gran maestro de la guitarra ayacuchana, Jaime Guardia hizo lo propio con el charango. Ambos, le imprimieron una cuota de espíritu localista a su música e impulsaron la difusión de la música ayacuchana. Guardia Neyra murió a los 85 años y quienes lo conocieron, recordaron su legado y su personalidad bonachona.
Manuelcha Prado conoció a Jaime Guardia cuando era muy joven. En ese entonces, el maestro charanguista era director de la Escuela Nacional de Folklore, y Prado, un joven músico con mucho ímpetu. "Nos acogió pese a nuestra juventud, nos dio la confianza y el espaldarazo para continuar nuestra carrera musical", recuerda, en diálogo con RPP Noticias.
TODOS LOS ESCENARIOS
Una de las anécdotas que Manuelcha Prado recuerda, es que durante sus inicios tocó junto a Jaime Guardia en escenarios que no eran muy propicios a nivel técnico, y recibió una de las lecciones más importantes de su carrera musical.
"Yo aprendí muchísimo de él (Jaime Guardia). Él me decía: 'El artista tiene que tocar para sí mismo, aunque aparentemente no te estén escuchando e incluso dentro del bullicio'. Efectivamente, aprendí que el artista tiene que interiorizar su mundo aún en las peores condiciones y eso de rebote cae en el público. De manera que fue un gran maestro, en todo sentido. Sus enseñanzas quedarán en nuestro corazón", recordó Manuelcha.
BUSCADOR DE SU PROPIO SONIDO
Manuelcha Prado resaltó que una de las características más particulares del sonido de Jaime Guardia era su afinación. Era un férreo seguidor de la afinación en 432 Hz, considerada por muchos músicos como la afinación que va en armonía con la vibración energética del planeta y del cuerpo humano.
"Lo que siempre me llamó la atención es que él nunca tocaba en la afinación 440. Recuerdo que una vez su hijo le afinó el charango con un afinador electrónico y él se dio cuenta, dijo que estaba muy tenso y que no lo tocaría así. Jaime era muy conocedor de su propio sonido y ajustaba su charango de oído", expresó.
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