Albergados, durante mucho tiempo aprendieron, estimulados por autoridades de Indeci y trabajadores de la beneficencia enfrentar con razones de seguridad, cómo enfrentar una emergencia.
Aparecieron rostros con muchas arrugas señalando el paso de los años, varios, por no decirlos todas, figuras de ellas y ellos, encorvados indicando tiempo pasado y luchando contra el presente.
Para nosotros simplemente el Hogar Canevaro, para autoridades y “dueños de casa”. Estábamos en el Albergue Central Ignacia Rodulfo Vda. de Canevaro, terrenos donados por la viuda Canevaro que no tuvo descendencia, y fijados en su testamento del año 25.
Los terrenos quedaron para levantar en un sitio, aquellos ancianos azotados por la vida sin parientes, y también para quienes los tienen pero, el amor por ellos, se quedó en el rincón del olvido. Allí, con afecto de otros, tienen un lugar para esperar el paso de la vida y la existencia.
Los albergados, durante mucho tiempo, en su silencio aprendieron, estimulados por sus autoridades, por la activa gente de INDECI, por los propios trabajadores de la beneficencia, a enfrentar, con razones de seguridad, cómo enfrentar un sismo, ese enemigo que no vemos por dónde viene, de dónde llega y que nos asusta y muchas veces no deja absolutamente nada, incluyendo hasta la propia vida.
Los albergados, escuchado el anuncio de sismo, se movilizan a los lugares de seguridad ya señalados con anticipación, y muy bien ubicado por aquellos ordenados actores recubiertos de una responsabilidad muy manifiesta.
Muchos de ellos ya no se movilizan por sí mismos. Para ir, de un lugar a otro, necesitan de un punto de apoyo. Ese punto puede estar en el compañero de habitación. En el vecino. El desfile de sillas de rueda, con destino al lugar de seguridad se hace en ordenado desfile.
Un grupo traslada agua, otros alimentos, linternas para alumbrar el camino, nada se deja de lado, alguna ropa para cubrirse se ven en las huesudas y arrugadas manos de muchos de ellos, indicando el paso del tiempo.
Han comprendido que, en ese momento difícil, solo el grupo, el equipo, les permitirá protegerse. Lo han entendido claramente y con ello van dando respuesta al no saber que hacer en ese instante.
Saben que Perú es un país muy expuesto a los terremotos. Saben que este año, desde marzo hasta el 22 de septiembre recién pasado se registraron 9 movimientos sísmicos. Están obligados a cuidarse ellos y cuidar a sus compañeros...
La soledad que en el Canevaro tanto desgasta en esos instantes no se va a notar si el movimiento sísmico aparece. La fragilidad que camina por todos los jardines diariamente tendrá unos refuerzos adquirido con una preparación que da envidia.
Una lección con pasado y presente entregada por quienes creemos están de brazos cruzados. No es así.
Por Miguel Humberto Aguirre
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