Alcalde de Islay: "Hitler tuvo cosas buenas"

El alcalde de la provincia de Islay, en Arequipa, Richard Hitler Ale Cruz, contó a RPP Noticias que su segundo nombre se lo puso su padre y no le provocó mayores problemas a lo largo de su vida. Y en una opinión inaceptable, llegó a decir que el genocida alemán Adolfo Hitler, tuvo un parte muy buena.

“No me siento mal (con su segundo nombre), todo lo contrario, porque Hitler tuvo una parte muy buena, por eso mi padre me puso ese nombre, Hitler tuvo su lado sanguinario, pero también tuvo un pensamiento social”, afirmó Ale Cruz.

Hitler, impulsor del nacismo, fue el autor de millones de muertes. La población judía fue el principal objetivo de los nazis.

Ale Cruz, de 57 años, defendió su segundo nombre y mencionó que incluso lo ayudó en su labor como alcalde.

“Ya en la universidad me conocían como Hitler porque yo era “liso”, y me ha ayudado muchísimo. Yo soy alcalde varios años. Me ayudó a hacer gestiones, que pase Hitler, decían ja, ja, ja”, dijo.

Ale Cruz, nació en el distrito arequipeño de La Joya, se licenció como Ingeniero Químico en la Universidad Nacional de San Agustín. En el 2010 fue elegido alcalde del distrito de Dean Valdivia en Islay. En el 2015 asumió la alcaldía provincial de Islay y en las últimas elecciones del 7 de octubre, fue elegido nuevamente como alcalde distrital de Dean Valdivia.

Llamarse Hitler no fue obstáculo para que ejerza cargos públicos de elección popular. De hecho, Ale Cruz tiene una exitosa carrera política en Islay. Él, como otros personajes y dirigentes de esa provincia, ganaron protagonismo oponiéndose al proyecto minero Tía María de la empresa Southern Perú.

Cierto, su gestión en Islay ha sido cuestionada. Por ejemplo, hace unos días se reveló que gastó más de 3 millones de soles en implementar un parque con figuras de dinosaurios mecatrónicos traídos de Japón, cuando los vecinos de la zona no tienen servicio de agua potable ni desagüe.

El uno de enero del 2019, Richard Hitler Ale Cruz, asumirá su tercer periodo como alcalde en un valle agrícola donde todavía el conflicto social por el proyecto Tía María, sigue latente.