Este lunes 31 de octubre, cientos de niños saldrán disfrazados a las calles para pedir dulces después de dos años de restricciones sanitarias.
Falta solo un día para la celebración de la ‘Noche de Brujas’ o Halloween en el país, y los niños son los más emocionados por disfrazarse de sus personajes favoritos para recorrer las calles en búsqueda de dulces después de dos años de restricciones por la pandemia de la COVID-19. Es por eso que la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) ha brindado una serie de recomendaciones a la hora de comprar las golosinas o disfraces para los engreídos de la casa.
En RPP, Wilmer Llagas, coordinador del Área de Sustancias Químicas de la Digesa, recomendó a los padres de familia verificar el código sanitario de cada producto, ya sean disfraces, caramelos o las populares calabazas, para corroborar que cumplan con estándares de calidad.
“Las máscaras, calabazas y todo tipo de juguete deben de contar con el rotulado”, explicó.
El funcionario recalcó que el código sanitario, que se visualiza a través de un código alfanumérico, es una señal de que el producto ha sido evaluado por las autoridades sanitarias y su venta no representa un riesgo para el consumo del público.
Los productos alusivos a Halloween no solo tienen que contar con este registro, sino también deben estar correctamente empacados.
“Todos [los productos] deben tener registro sanitario y los empaques deben estar intactos”, recalcó Llagas en ‘Siempre en Casa’ de RPP.
¡Cuidado con las máscaras!
El funcionario de Digesa también recomendó a los progenitores tener cuidado con las máscaras y calabazas que les compran a sus hijos para salir a pedir dulces, puesto que a veces estos productos son hechos con sustancias tóxicas como el cromo, plomo, arsénico, entre otros metales pesados.
Así, Llagas señaló que se deben evitar máscaras y calabazas que tengan “olores fuertes” y colores estridentes. Además, verificar que los colorantes y pigmentos, con los que están elaborados los productos, no se desprendan fácilmente con el tacto.
Alertó que, de estar mucho tiempo en contacto con una máscara elaborada a base de metales pesados, los niños podrían presentar signos de intoxicación. A corto y mediano plazo, advirtió Llagas, la acumulación de estos componentes afecta al sistema nervioso, el aprendizaje y la capacidad de memoria de los menores.
“El cromo, arsénico y antimonio pueden afectar en el aprendizaje a largo plazo”, sentenció el funcionario.
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