Un grupo de 15 alpinistas llegó al Perú con el fin de escalar el Huascarán en 1970. Sin embargo, todos ellos fallecieron al pie de la cordillera producto del alud que enterró a la ciudad de Yungay.
Un equipo de 15 alpinistas llegó al Perú desde República Checa, en ese entonces Checoslovaquia, en 1970 con el fin de escalar el Huascarán en Áncash. Con la liberación del régimen comunista en los países de Europa del este, llegó también la facilidad para viajar el extranjero que en algún momento eran complicados de visitar.
Tal fue el caso de este equipo que si bien en un inicio su plan era escalar Mount McKinley en Estados Unidos, el plan fue cancelado a último momento. Motivo por el cual el gobierno peruano les ofrece escalar el Huascarán, a lo cual ellos aceptan.
“Les gustó mucho y como son gente de decisión rápida cambiaron planes y vinieron aquí con ganas”, narra Jana Duskova, cónsul de la embajada de República Checa. Ella apunta que los escaladores llegaron quince días antes del terremoto para realizar otras actividades. Sin embargo, una especie de “mala suerte” rodeó al equipo.
Duskova cuenta que una vez que los escaladores llegaron al Perú la mitad de los equipos de protección y de montañismo desaparecieron. “Primero cuando llegaron a Lima les llegó solo una parte de su equipo profesional, al parecer se los habían robado. Esto desanimó mucho al equipo”, apunta.
Del mismo modo, la cónsul explica que 15 días antes del terremoto, el equipo decidió realizar una caminata para conocer mejor la zona, pero uno de los miembros del equipo terminó falleciendo. “El mejor y más experimentado del equipo, Iván Bortel, se deslizó con una piedra y cayó al vació de 30 metros. Murió de manera instantánea lo cual dejó a toda la expedición muy triste”, señaló.
Duskova comenta que los pobladores de Yungay le hicieron un pequeño velorio a su compañero y permanecieron junto al equipo toda la noche. “Ellos dijeron que este gesto les subió el ánimo y volvieron las ganas de escalar, pero no pudieron”, contó.
El 31 de mayo de 1970, el alud terminó por enterrar la base de campamento que había armado el equipo de deportistas en faldas de la Cordillera. “Es la tragedia deportiva más grande, pero también para la sociedad porque ellos tenían familia y tenían otras profesiones. Había por ejemplo un fotógrafo que tenía programado una exposición en Lima”, indica.
“Había médicos, escultores, poetas y escritores. Era un grupo de gente talentosa que también contribuía a la vida social en lo que era Checoslovaquia. Fue una tragedia nacional”, agrega Duskova. Los cuerpos de los alpinistas nunca fueron encontrados.
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