Comedor ha sido bautizado como “Color de esperanza” y recibe todos los días a ciudadanos venezolanos que todavía no tienen trabajo.
Los hermanos vicentinos de Chiclayo (región Lambayeque), instalaron el primer comedor denominado “Color de Esperanza”, para ciudadanos venezolanos que radican en esta localidad. Los migrantes no solo reciben alimento y cama, sino que además se les consigue un oficio, para que puedan salir adelante.
El sacerdote Ricardo Cruz, de la familia vicentina y representante del conjunto de laicos y sacerdotes católicos, explicó que diariamente reciben entre 20 y 30 extranjeros que llegan todos los días para alimentarse completamente gratis.
“Este comedor lo conduce todo un equipo de la familia Vicentina (seguidores de San Vicente de Paúl). Trabajamos desde hace un año atendiendo a las personas de nuestra localidad y ahora brindando apoyo a nuestros amigos venezolanos. El propósito es ayudarlos en la necesidad inmediata que es la alimentación y albergue en algunos casos. Debido a la cantidad de personas, hemos abierto otro en el Pueblo Joven Santa Rosa, donde hay otro grupo de laicos de la congregación”, indicó.
Los ciudadanos migrantes agradecieron este noble gesto, toda vez que hasta ahora era muy difícil conseguir un espacio donde alimentarse de manera gratuita, pues no cuentan con dinero al llegar.
“Nosotros estamos pasando la voz, para que vengan más hermanos aquí. Hace un mes, durante el viaje, vivimos muchas cosas críticas, pero este comedor nos ayuda mucho”, contó Johan David.
Pese a que la situación ha mejorado para ello, algunas lágrimas surcan los rostros, al recordar que sus seres más queridos sufren, en el país llanero, por conseguir alimentos todos los días.
“Yo estoy tranquilo, porque ya tengo qué comer, pero siento pesar por mi familia que está en Venezuela, porque no sé si lograron conseguir alimento, si logran estar tranquilos”, expresaron.
Albergue
Muy cerca a este comedor se encuentra la casa refugio de la “Asociación de Damas de la Caridad San Vicente de Paúl”, de la misma congregación, donde se alberga a ocho venezolanos que ya tienen trabajo. Ellos están en esta casa hogar un mes aproximadamente y luego se trasladan a otros espacios de alquiler, para continuar con su vida.
“En total hemos tenido cerca de 18 personas entre hombres y mujeres. Este es un lugar de paso, mientras ellos consiguen trabajo y pueden alquilar un lugar para vivir, pues el objetivo es albergar a quienes van llegando. Acá toman su desayuno y su cena. Todos son muy unidos, se llevan muy bien”, indicó Violeta Cuzque Távara, responsable de albergue, regentado por 30 religiosas.
En este espacio encontramos a Francisco Díaz y William Rivero Mendoza, ayudantes de cocina que les tocó preparar un riquísimo caldo de gallina. Ambos resaltaron la hospitalidad de todos los religiosos y sus valiosos consejos, para ayudarlos a superar la difícil crisis que les tocó vivir.
Los encargados de este comedor y albergue pidieron a la colectividad el apoyo con donaciones de alimentos no perecibles y útiles de aseo, para los hermanos venezolanos.
Cualquier apoyo puede ubicar el comedor a espaldas del colegio Manuel Pardo y el albergue en la urbanización San Luis, a pocos metros del colegio.
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