En el complejo arqueológico Cinto habitaron los que dieron origen al poblado alrededor de una iglesia matriz que con el tiempo se convirtió en la ciudad de Chiclayo.
Tres millones seiscientos mil soles serán invertidos en la instalación de los servicios turísticos de observación, orientación, disfrute del paisaje y accesibilidad al Complejo Arqueológico Cinto, antigua cuna de los primeros pobladores del entonces pueblo de Chiclayo.
El gerente regional de Comercio Exterior y Turismo de Lambayeque, Lindon Vela Meléndez, explicó que la convocatoria se realizará la próxima semana para convertir al Complejo Arqueológico Cinto en un nuevo atractivo turístico, que se sume a los que ya posee la región lambayecana.
Vela Meléndez puntualizó que la ejecución de las obras demandará un tiempo de 7 meses en la que se realizará la mejora de accesos a este centro arqueológico, construcción de paradores, miradores, centro de interpretación, boletería, entre otros ambientes; así como se capacitará a los prestadores de servicios turísticos de zonas cercanas al sitio.
El aporte histórico de El Cinto
El complejo arqueológico Cinto, está a 35 kilómetros al Este de Chiclayo y comprende el Cerro Pátapo, la Huaca Brava, la Huaca Santa Rosa y El Tambo.
En este sitio los arqueólogos han encontrado indicios de que hubo ocupaciones sucesivas desde la cultura Moche, Lambayeque, Wari, Chimú e Inca.
El Reino de Cinto reúne muralla, caminos empedrados, cementerios, estructura de piedra que da la idea de haber sido una ciudad de piedra o fortificada, una maravilla arqueológica, por lo que está llamada a convertirse en el nuevo epicentro turístico-cultural.
Con la llegada de los españoles, los pobladores del Señoría de Cinto (hoy distrito de Pátapo) y de Collique (distrito de Pucalá) fueron reunidos en un poblado que fue ubicado al costado de la iglesia matriz que se construyó y de la cual quedan aún algunas paredes en la calle San José, frente al Club de la Unión, en pleno corazón de Chiclayo.
En Cinto está El Tambo, infraestructura que albergó a Francisco Pizarro en el año 1532 cuando pasó procedente de Piura rumbo a Cajamarca.
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