Los pobladores del principal balneario de la región Lambayeque acompañaron durante tres horas el recorrido de la carroza fúnebre hasta el cementerio, donde Roberto Jacinto Purizaca será sepultado. La autoridad falleció la noche del último domingo a causa de la COVID-19.
Entre lágrimas, cientos de pobladores vestidos de negro y con globos blancos le dieron el último adiós a los restos del fallecido alcalde del distrito de Pimentel (región Lambayeque), Roberto Jacinto Purizaca, quien murió a causa de la COVID-19 luego de casi diez días de permanecer hospitalizado.
Alrededor de las 10:30 a. m., la carroza fúnebre con los restos llegó hasta el palacio municipal, donde las autoridades regionales y distritales le rindieron un sentido homenaje a quien en vida fue tres veces alcalde de este distrito. Luego de rendirle honores, el cuerpo fue llevado hasta su casa, ubicada en la cuadra 8 de la calle Manuel Seoane, donde la familia elevó oraciones. A esa hora de la mañana una densa neblina todavía cubría gran parte del malecón.
Acompañada de una banda de músicos y de cientos de vecinos, la carroza recorrió durante tres horas las calles de Pimentel hasta llevar los restos de la fallecida autoridad hasta el cementerio del distrito. Durante el recorrido, decenas de pobladores salieron de sus viviendas agitando un pañuelo blanco, abrazándose entre ellos mientras rompían en llanto.
Al llegar al cementerio, Milagros Jacinto Briceño, hija del fallecido alcalde, se bajó de la carroza, tomó fuerza y utilizando un megáfono agradeció los gestos de cariño hacia su padre, pero también recordó cómo él enfrentó la pandemia cuando las playas empezaban a considerarse como los nuevos focos de contagio del nuevo coronavirus.
"Agradecerle a Dios, porque me regaló 31 años de ver a mi padre, porque me regaló un padre muy bueno. Cuando empezó la pandemia yo le dije: 'papá, no te expongas, quédate en casa'. Y me respondió: 'hija, yo tengo que dar la cara a mi pueblo, ellos me eligieron para cuidarlos'", expresó mientras intentaba contener sus lágrimas.
Debido a la gran cantidad de asistentes, en el cementerio fue necesaria la presencia del Ejército y de serenos de la municipalidad para mantener a la población fuera del camposanto, a fin de respetar el protocolo de bioseguridad para los entierros COVID-19.
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