Nuestro planteamiento es el de una gestión eficiente para prevenir, tratar y vacunar. El Perú dispone de los recursos financieros para hacerlo bien. El problema es que tanto el gobierno de Vizcarra, como el Gobierno Morado de Sagasti (es en realidad la misma gestión, empezando por la Ministra de Salud) han sido un desastre.
No han tenido estrategia y no han tenido capacidad de ejecución para nada. Para tener una buena estrategia se necesita un Comité de Crisis independiente que se reúna todos los días para tomar decisiones. Es algo que venimos exigiéndole a Sagasti y no escucha. Para tener buena ejecución se necesita buenos gerentes con sentido común. No los consultores que no han estado nunca en el terreno. La conferencia de prensa de Sagasti fue en ese sentido patética. No se puede dejar el gobierno en manos de consultores.
Según The Economist, a mediados del año pasado, el Estado peruano era uno de los más solventes financieramente del mundo. Aun así, hemos tenido el más alto número de muertos por millón del mundo y una de las peores recesiones. Lo peor de todo es que no tenemos la certeza de tener disponibilidad de vacunas. Chile, Argentina, Colombia y hasta Bolivia con la vacuna rusa ya están en ese proceso. El Estado peruano es el peor gestionado del mundo, porque teniendo el dinero no ha sido capaz de incrementar camas UCI con celeridad, ni comprar oxígeno y vacunas. El gobierno de Vizcarra y ahora el Gobierno Morado han estado más preocupados en aferrarse al poder que en hacer una buena gestión para salvar vidas.
No existe una estrategia eficaz, transversal, para asumir una lucha integral contra la pandemia como un todo. Falta esa visión estratégica global. Se ha puesto al desnudo la ineficiencia de nuestro sistema de salud.
De haber sido gobierno el último año y medio, primero habría convocado al Consejo de Estado (Comité de Crisis) a reunión permanente para definir una estrategia global de acción y poder estar en condiciones de generar decisiones vinculantes en cada esfera de acción de los poderes del Estado.
Se tuvo que trabajar de la mano con los otros poderes del Estado y del sector privado con una lista de objetivos claros y con tareas específicas. Ese fue un error de carácter estratégico.
Al Consejo de Estado tendrían que haberse sumado las organizaciones de representación de los niveles de gobierno, como la ANGR y la AMPE.
También desde el primer día hubiese convocado al sector privado y a los mejores especialistas en cada área de impacto de la pandemia para conformar un Consejo Consultivo, independientemente de su filiación o ideología.
Las organizaciones de base (juntas vecinales, rondas campesinas) hubiesen sido movilizadas para distribuir masivamente y de manera gratuita mascarillas, alcohol y gel desinfectante. También para colaborar con la ejecución de pruebas moleculares.
Hubiera generado los mecanismos legales para orientar recursos de manera inmediata al sector salud para estar en condiciones de asumir la etapa crítica de la pandemia con éxito. Finalmente hubiésemos apoyado con un fondo importante desde el primer día a las instituciones que realizan investigación para tener la posibilidad de una vacuna hecha en Perú, sin dejar de lado los esfuerzos por la adquisición de la vacuna a laboratorios extranjeros.
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