Lo que sorprende es que el esfuerzo hecho para exaltar las raíces de nuestra nación a veinte mil kilómetros de distancia contraste con la pasividad del gobierno ante el Museo Nacional que abrió sus puertas en Lurín hace tres años, pero que sigue siendo un elefante blanco y vacío.
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Es una magnífica idea que la presidenta Dina Boluarte haya iniciado sus actividades oficiales en China con la inauguración de una muestra de piezas precolombinas en la pujante ciudad de Shenzhen. Tanto más que las piezas exhibidas han sido prestadas por catorce diferentes museos peruanos, privados y públicos. Las viejas civilizaciones asiáticas han sido siempre sensibles a la aparición en sus antípodas de civilizaciones precolombinas que supieron desarrollarse sin ningún contacto con pueblos de otras latitudes.
Hace más de cien años China tomó parte en las celebraciones de nuestro centenario donando una fuente que podemos contemplar en el Parque de la Exposición. Por su parte, Japón donó una estatua del Inca Manco Cápac, que sigue siendo la única representación monumental de un soberano del Imperio Inca en nuestra capital.
Lo que sorprende es que el esfuerzo hecho para exaltar las raíces de nuestra nación a veinte mil kilómetros de distancia contraste con la pasividad del gobierno ante el Museo Nacional que abrió sus puertas en Lurín hace tres años, pero que sigue siendo un elefante blanco y vacío.
El Museo Nacional es la más grande inversión cultural de la historia de nuestro país. Al término de casi tres años en el gobierno, Dina Boluarte y sus ministros no han sido capaces de tomar una decisión y no han trasladado una sola pieza al edificio que se construyó para acoger los tesoros de nuestra historia.
Sabemos perfectamente que el Museo de Pueblo Libre no responde a las exigencias modernas para conservar, investigar y exhibir las piezas que alberga. Basta pensar en lo que podría pasar a la maravillosa colección de mantos Paracas si se produjera un incendio en un local vetusto.
¿Por qué somos capaces de esforzarnos para exhibir una gran muestra en China y seguimos desaprovechando un espacio destinado a exaltar el talento de nuestros ancestros y transmitir el legado de sus obras y su creatividad? ¡Un esfuerzo, presidenta Boluarte! Los políticos pasan, los museos quedan para siempre.
Las cosas como son
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