La pasta dental contiene dos componentes: Lauril éter sulfato sódico y lauril de sulfato de sodio. Estos se caracterizan por bajar la tensión de la superficie con el agua.
Cepillarse los dientes antes o después de cada comida es un hábito común en las personas. Aunque ya se ha hecho costumbre sentir un ligero sabor distinto con algunos alimentos, esta sensación se pronuncia aún más con líquidos.
El jugo de naranja es un ejemplo claro. En estos casos, la razón se debe a que la pasta dental contiene dos componentes: Lauril éter sulfato sódico y lauril de sulfato de sodio. Estos se caracterizan por bajar la tensión de la superficie con el agua.
¿Por qué se usa? Porque sirve para que la pasta dental se pueda esparcir sin mayores complicaciones en la boca y para ofrecer ese "efecto de limpieza". Muchos de los fabricantes lo consideran necesario para impulsar las ventas ya que para el consumidor es una muestra de que el producto está funcionando.
"Los consumidores necesitan alguna señal de que el producto está haciendo su trabajo. Podemos hacer que la pasta dental tenga cualquier sabor -te verde, arándano-, pero mientras tenga la sensación de frescura, la gente sentirá que su boca está limpia. Esto no mejora la pasta dental en ningún sentido. Solo convence de que el producto está trabajando", dice Tracy Sinclair, quien manejó la marca Oral-B, según describe en su libro El Poder del Hábito.
En consecuencia, esta "molestia" es en realidad innecesaria. Pero como es un hábito tan fuerte en nosotros se sigue utilizando como una estrategia publicitaria ya que no tiene ningún aporte médico.
Comparte esta noticia