Un nuevo estudio realizado en jóvenes de entre 22 y 35 años sugiere que lo que se come durante el día podría tener un impacto significativo en cómo se duerme por la noche. El doctor Elmer Huerta habló de esta investigación en Espacio Vital.
Dormir bien implica más que solo cerrar los ojos por varias horas. La calidad del sueño depende de tres factores clave: una duración adecuada, la ausencia de interrupciones y la sensación de estar descansado y con energía al despertar. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que la alimentación tiene una influencia significativa en estos aspectos, especialmente cuando se trata de lo que se consume en las horas previas a dormir.
Por ejemplo, cenar tarde y elegir alimentos pesados como carnes asadas, papas o comidas altas en carbohidratos puede dificultar el descanso nocturno. Asimismo, se sabe que quienes no logran dormir bien tienden a comer más al día siguiente, lo que puede contribuir al aumento de peso y, en algunos casos, a la obesidad. Lo que no se había esclarecido hasta ahora era si los alimentos consumidos durante el día también influían en la calidad del sueño.
Para resolver esta duda, investigadores de la Universidad de Chicago y la Universidad de Columbia en Nueva York llevaron a cabo un estudio con jóvenes entre 22 y 35 años. A los participantes se les pidió registrar todo lo que comían a lo largo del día mediante una aplicación móvil, y además utilizaron monitores en la muñeca para evaluar la calidad de su descanso durante la noche.
Los resultados relevaron que quienes consumieron frutas, verduras, cereales integrales y alimentos ricos en fibra tuvieron un sueño de mejor calidad. En contraste, aquellos que optaron por embutidos, comida ultraprocesada o bebidas azucaradas mostraron un descanso más interrumpido y menos reparador.
En ese sentido, este hallazgo refuerza la idea de que una alimentación equilibrada no solo es clave para la salud física, sino también para un buen descanso.