El sistema de salud peruano enfrentó uno de sus mayores retos en este 2020: enfrentar la pandemia del nuevo coronavirus, situación que llevó al país a vivir algunas crisis sanitarias relacionadas al acceso a camas UCI, oxigeno, así como pruebas de diagnóstico de la COVID-19 durante el año.
En el 2020, el Perú no solo enfrentó una pandemia, a causa del nuevo coronavirus, sino también otras crisis sanitarias que resaltaron las desigualdades de nuestro sistema de salud.
Una de las más graves, y que continúa siendo un gran reto de la salud en el Perú y el mundo, es la disponibilidad de camas de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) para atender a pacientes con cuadros graves de la COVID-19. ¿Cuáles son las crisis que vivió el país y cómo afectaron a la estrategia de salud del Perú?
El doctor José Luis Cabrera, neumólogo de Clínica Internacional a cargo de casos COVID-19, menciona que “en principio, tenemos que reconocer que la oferta pública y privada, tanto hospitalarios como de servicios, se ha visto reducida y concentrada a la afortunadamente gran reducción de los casos de COVID-19 que se han visto en los últimos meses”.
“En ese sentido, tenemos que tomar la delantera y evitar que exista un aumento mayor de casos sobre la tendencia al alza que estamos viendo en estas últimas 2 semanas. Es decir, tenemos que tomar medidas para evitar una real segunda ola como lo vemos en países europeos. Existe una tendencia entonces a que los casos hayan aumentado en hospitales públicos sino también en clínicas privadas”, comenta.
Agrega además que respecto a las medidas a implementar, “las medidas dictadas por el Gobierno son insuficientes”.
“Es importantísimo que podamos reducir el aforo de los centros comerciales formales e informales. Hay que recordar que la combinación de hacinamiento y estar en lugares cerrados es un caldo de cultivo para que aumenten los casos, aun usando mascarillas. Todos hemos sido testigos, en medios de comunicación, que poco a poco tienden a ser usadas con menor frecuencia, se ha tendido a relajar un poco este tema del uso de mascarillas y de vísceras en los vehículos de trasporte público y centros comerciales”, explica.
Además, el especialista menciona que es importante no cometer los errores de los países europeos que nos vienen adelantando temporalmente en esta situación de la pandemia.
“Ellos han liberalizado su economía y las actitudes sociales y ahora están viendo las consecuencias. [...] Como las medidas más técnicas, recomiendo seguir fortaleciendo la oferta de las pruebas diagnósticos. Deberian caer en desuso las pruebas serológicas. Hay que focalizar las intervenciones de los casos que se puedan encontrar concentrados en determinadas zonas, tenemos que seguir fortaleciendo las atenciones en el primer nivel de atención y sobre todo en mejorar la actividad de difusión de medidas preventivas en medios de comunicación masivas”, sostiene.
Por su parte, el médico intensivista Manuel Mayorga, director nacional de la Facultad de Salud de la Universidad Privada del Norte, menciona que las crisis en el Perú “han desnudado las enormes carencias del sector salud particularmente, las deficiencias en infraestructura, equipamiento y muy especialmente la falta de recursos humanos especializados resultado de décadas de abandono de la Salud Pública en nuestro país”.
“Lo que contrasta con el crecimiento económico, el llamado ‘milagro peruano’, en el mismo periodo también nos ha mostrado un Ministerio de Salud con grandes limitaciones en su rol de rectoría y en la capacidad de organización para articular los escasos recursos disponibles para enfrentar con éxito el enorme reto”, añade.
Finalmente, el especialista menciona que “debemos aprovechar esta dramática experiencia en la que miles de peruanos perdieron la vida, afectaron gravemente la salud de sus seres queridos o perdieron su empleo y la momentánea prosperidad que tuvimos durante varios años”.
“Se necesita una urgente reforma del sector que empiece por unificar el segmentado, y a veces fragmentado, sistema de salud público que tenemos en la actualidad. La salud ante todo es un derecho que asiste a todos los ciudadanos todos tenemos derecho a una prestación de salud accesible oportuna y efectiva y de calidad”, resalta.
SEGUNDA OLA DE CONTAGIOS EN PERÚ
Cabrera resalta que es probable que “prácticamente” todos hayamos tenido un familiar o conocidos fallecidos o severamente afectados por la COVID-19.
“Hemos sido testigos también de familias enteras enfermas y pérdidas de muchos miembros de la familia. La COVID-19 no solamente ha afectado de manera física sino también emocional a las personas y las familias afectadas. Este impacto emocional también se traduce como dolencias psicosomáticas persistentes, dolores de cabeza o de espalda, episodios de falta de aire de un momento a otro y, aún más, limitaciones en la actividad diaria y laboral por una frecuencia muy alta de cambios emocionales de estrés en la población. Esto se comenzó a llamar la fatiga pandémica”, menciona.
El especialista resalta que “la difusión en redes sociales de información sesgada, no confirmada, opiniones de personas que no tienen mucho conocimiento técnico de la situación, movimientos antivacunas, información contra el uso de mascarillas y contra el respeto de las normas están debilitando las medidas de prevención”.
En ese sentido, Mayorga añade que la reciente experiencia frente a la pandemia de la COVID-19 “nos ha demostrado que todo es posible cuando tenemos un estado incapaz de resolver las urgentes necesidades de los ciudadanos”.
“Son inciertos los últimos meses. Hemos podido ampliar la oferta de camas hospitalarias, camas UCI y centrales de oxígeno, pero la imposibilidad del Minsa de concretar al momento acuerdos y contratos con los laboratorios de investigación que han desarrollado las vacunas más promisorias son una alerta de lo que podría suceder en los próximos meses si tenemos una segunda ola grande”, menciona.
Agrega también que una particular preocupación es “la posibilidad que no contar nuevamente con recursos humanos especializados, especialmente médicos y enfermeras en unidades críticas”.
“En muchos casos, ante la disminución del número de pacientes que hemos tenido durante varias semanas, algunas instituciones prestadoras de salud han decidido no renovar el contrato de este personal y corremos el riesgo de no contar con especialistas en una nueva situación de sobre demanda”, finaliza.
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