El filme de suspenso de Netflix se ve afectado por la abundancia de clichés y con un final predecible que la convierte en una película decepcionante. Esta es nuestra crítica.
No es gratuito que más de 45 millones de usuarios hayan visto “Bird Box: a ciegas”, la nueva producción de Netflix protagonizada por Sandra Bullock. Sin duda, resulta atrapante la historia de supervivencia de una mujer y dos niños quienes, para salvarse de una presencia extraña capaz de inducirlos al suicidio, deben vendarse los ojos.
Pero el que pudo ser un gran film de suspenso, termina afectado por la abundancia de clichés (entidades que se acercan por la espalda, los antagonistas son derrotados con facilidad, personajes entrañables mueren primero, la mujer embarazada cae en el medio de la trifulca, etc.), con un final predecible que la convierte en otra película decepcionante de la plataforma de streaming.
Empecemos por su principal debilidad: los personajes. Desde el inicio, la directora danesa Susanne Bier nos quiere mostrar el carácter temperamental de Malorie (Sandra Bullock). La cámara la enfoca en primer plano, como si quisiera hablarle al espectador, aunque de forma casi amenazante.
Sin embargo, un zoom out nos revela que en realidad se dirige a “Niño” y “Niña” (dos personajes sin nombre) para explicarles las dificultades que vivirán. La acción de manifestarnos las fortalezas de la protagonista se repetirán en los diálogos que tiene con su hermana, en los momentos que enfrenta al ente, cuando protege a los niños y así cada dos escenas. ¿Era necesario que Bier marque con resaltador el temperamento de Malorie?
Otro punto en contra es que “Bird Box: a ciegas” pareciera acumular guiños a distintos films apocalípticos. Por ejemplo, varios personajes parecen sacados de “La niebla” de Frank Darabont: una nerviosísima mujer embarazada, un veterano de guerra, un narcisista (un John Malkovich secuestrado por el personaje), una anciana amable; cada uno sufre distintas adversidades con desenlaces nada sorprendentes.
De “El fin de los tiempos”, de Night Shyamalan, toma el tratamiento del ‘monstruo’, un ser invisible al que solo se puede “sentir” y tiene forma de viento. De “Un lugar en el silencio”, de John Krasinski, extrae la atmósfera, aunque sin la tensión dramática que esta tenía. Entendemos que las influencias pueden ser válidas como una forma de homenaje, pero en este caso Susanne Bier abusa de ellas, haciendo de “Bird Box: a ciegas” un pastiche.
Lo más resaltante está en los personajes que son los únicos que no pueden soportar los deseos del ente. Enloquecidos ellos, ven a este ser como un dios que les trae esperanza. Su única tarea es captar derrotados para inducirlos al suicidio. Una clara alusión a los fanáticos religiosos.
Lo peor de “Bird Box: a ciegas” es su tramo final. Los problemas que atraviesan Malorie y los niños mientras navegan son solucionados rápidamente, sin mayores sorpresas. No hay tensión narrativa, se evitan las dificultades, se vuelve anodino. Todo pasa en un abrir y cerrar de ojos. Y cuando llega la escena final, esta roza lo absurdo: el ambiente al que terminan llegando es un paraíso donde el mal nunca triunfa y todos son felices, incluso la temperamental Bullock.
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