En abril de este año la prestigiosa revista británica The Lancet Planetary Health publicó un amplio estudio que evidenció que los parisinos corren el mayor riesgo de morir debido al calor intenso. La investigación, que abarcó 854 ciudades europeas utilizando data entre el 2000 y el 2019, detalló que la capital francesa es sustancialmente vulnerable a razón de las condiciones socioeconómicas de sus ciudadanos, la ausencia de espacios verdes y a las aún incipientes políticas de adaptación a eventos climáticos extremos.
Ante este escenario, en octubre 2023 el gobierno francés lanzó la iniciativa “París 50 grados”, que consistió en poner en práctica un ejercicio de crisis a gran escala sobre cómo responder ante olas de calor severas. En el simulacro participaron organizaciones de vecinos, personas mayores, escolares de primaria y secundaria, la Policía de París, el Cuerpo de Bomberos, entre otros. Sobre este punto es importante señalar que los científicos dan por descontado que las principales ciudades europeas experimentarán temperaturas de 50 grados o más antes del 2050.
Paralelamente, distintos gobiernos del viejo continente vienen desarrollando iniciativas para soslayar un “escenario de pesadilla”, con el objeto de evitar que las altas temperaturas vuelvan inhabitables a sus metrópolis. Destacan entre estas medidas plantar árboles de manera masiva, proscribir el asfalto por su efecto magnificador de calor y prohibir edificios construidos a base de vitrales. A su vez, las autoridades europeas están estudiando la posibilidad de adaptar la jornada laboral, para impedir que los trabajadores salgan a la calle o estén en espacios no adecuados durante períodos de clima abrasador. También se está considerando la instalación de cámaras frigoríficas comunitarias que sirvan como refugio para enfrentar momentos de calor insoportable.
¿Y Lima y las otras ciudades del Perú? Pues nada. No han diseñado ninguna política para enfrentar escenarios de calor nunca antes vistos. Todo lo contario, se están llevando a cabo iniciativas a favor de obras faraónicas basadas en asfalto, que atentan contra los pocos espacios verdes existentes. Un claro ejemplo de lo anterior es la propuesta de construir el Anillo Vial Periférico, una locura desde el punto de vista climático que arrasará con arboledas y áreas verdes, con un costo de 2 mil 380 millones de dólares.
Entonces ¿qué deben proponer nuestras autoridades ante el calor extremo que se avecina? La agenda mínima debe incluir lo siguiente: primero, implementar una política agresiva de arborización de las ciudades. La revista Nature demostró que las temperaturas en las áreas urbanas con árboles son entre 1ºC y 4ºC más bajas que aquellas sin árboles. Segundo, vedar las obras de infraestructura intensivas en asfalto, especialmente las destinadas a los automóviles privados. En su lugar, debe construirse un sistema multimodal de trasporte público moderno y sostenible. Tercero, adaptabilidad laboral.
Ante escenarios de calor extremo es un sinsentido obligar a los trabajadores a desplazarse a oficinas pobremente preparadas. Por ende, debe fomentarse el teletrabajo, principalmente en el Estado. Cuarto, construcción generalizada de cámaras frigoríficas comunitarias, que sirvan como refugio especialmente para los trabajadores informales y personas vulnerables como niños, gestantes y adultos mayores.
A manera de conclusión, el secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que la era del calentamiento global había concluido, dando paso a la era de la ebullición global. Por ende, estamos ad portas de experimentar escenarios de calor nunca antes vistos. Varias ciudades europeas ya se están preparando para enfrentar esta situación. No obstante, las autoridades peruanas no han hecho ni considerado prácticamente nada para enfrentar escenarios críticos que lucen inexorables. Es el momento de actuar, de lo contario lamentaremos nuevamente la pérdida de vidas a razón de nuestra nula capacidad de previsión.
Comparte esta noticia