En estos tiempos hemos evidenciado un incremento considerable de emprendimientos en general y específicamente emprendimientos que buscan un impacto social. Esto responde a la necesidad de algunos emprendedores, quienes están tratando de apostar por aquellos modelos de negocio que no solo incorporan un beneficio económico para el emprendedor en el corto plazo, sino que además buscan generar una mayor equidad entre lo económico, social y medioambiental. Y por consiguiente, hacer más sostenible su negocio en el largo plazo y consolidarse como un buen negocio.
Un claro ejemplo de empresa con impacto social es Höség, quien de acuerdo con el último informe “Corporaciones y empresas sociales con impacto en el Perú. Colaboraciones que generan desarrollo en el país” elaborado por KPMG, Kunan y Centrum PUCP, es la primera marca peruana de ropa outdoors que busca fomentar el consumo responsable a través de sus tres pilares: (1) “compra uno, dona uno”, (2) “compra uno, siembra uno” y (3) la dignificación del trabajo en prisión. Esto tiene un impacto directo en los niños andinos que viven en comunidades en situación de vulnerabilidad a más de 3,000 m s. n. m. Y si analizamos más resultados, a diciembre de 2020, han sembrado más de 12,800 árboles, abrigado a más de 13,900 niños y reciclado más de 95,300 botellas de plástico.
Para identificar emprendimientos sociales se sugieren dos cosas: primero, definir una clara mirada hacia adentro y construir desde nuestro propósito, entendiendo cuáles son aquellas capacidades internas o motivaciones para hacer frente a determinado problema. Segundo, mirar hacia afuera e identificar un dolor o una necesidad específica en algún segmento o comunidad puntual, tratando que la solución a este dolor o problema sea relevante, con un impacto a la mayor cantidad de personas.
Para concluir, podemos puntualizar la clara oportunidad que existe hoy en día de generar negocios que se hagan bien y que además hagan el bien a los demás. A esto le llamamos: “los buenos negocios”.
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