El día martes 4 de febrero Amnistía Internacional presentó su informe “Buscando refugio Perú da la espalda a quienes huyen de Venezuela” dando cuenta del claro retroceso del Perú en brindar protección a la población venezolana que llega a su territorio. El informe analiza cómo se ha complejizado las posibilidades de acceder al sistema de refugio o a cualquier otra forma de protección, como las excepciones de la exigencia de la visa humanitaria, dejando a la población venezolana a su suerte.
Este informe refleja en gran medida lo que observamos en el marco de un proyecto de investigación de la Pontificia Universidad Católica del Perú que analiza las trayectorias de jóvenes migrantes, en 3 ciudades del Perú. El Centro Binacional de Atención en Frontera (CEBAF) de Tumbes se ha convertido en los últimos 3 años en uno de los puntos fronterizos más importantes del país. Y ello se debe, no solamente a su ubicación estratégica como paso fronterizo más importante para la población que huye de Venezuela, sino también porque el CEBAF representa a la contradictoria política migratoria y de refugio que existe en el Perú. A medida que el Perú y Ecuador iban cambiando sus políticas migratorias, el CEBAF sufría las consecuencias: colas interminables con afluencias masivas de personas con distintas necesidades. En la actualidad, debido a las nuevas exigencias de Perú para el ingreso al país, el CEBAF parece más “tranquilo”: las colas desaparecieron y “solamente” están quedándose 100 personas dentro de este recinto a la espera de poder entrar al país.
Al margen del flujo muy limitado de población que intenta ingresar con la visa o solicitando el refugio en el CEBAF, la Policía lleva diariamente a las personas que son encontradas en situación irregular en la ciudad de Tumbes en el marco de sus operativos. Las opciones para este grupo de “inadmitidos” al territorio peruano son tres. La primera es regresar de donde vienen, es decir a Ecuador, quien aplica también la exigencia de la visa, por lo cual esta vía se ve fuertemente dificultada. La segunda consiste en pedir refugio en el CEBAF con la obligación de esperar dentro de este espacio de “entre dos”, ni en Perú ni en Ecuador, la respuesta de la Comisión Especial para Refugiado con sede en Lima. Dicha espera puede durar semanas o meses. La tercera es volver a ingresar irregularmente al país. Esta última se ha convertido en la única forma posible de estar en el Perú debido a las restricciones que aplica Perú para el ingreso regular.
Las personas venezolanas se ven atrapadas en este laberinto jurídico de visas, excepciones y sistema de asilo. Y de este laberinto no existe, al parecer, una salida asegura.
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