Por: Daniela Ibáñez
Las protestas tras la salida de Pedro Castillo del poder han marcado la agenda política nacional y han generado nuevamente un cisma entre las distintas fuerzas políticas. Se muestra una polarización bastante pronunciada entre la derecha y la izquierda respecto a la interpretación de los hechos sucedidos y los villanos a culpar por las fatalidades. Además, las diferentes fuerzas políticas plantean soluciones muy distintas respecto a la solución a la crisis política inmediata. Exploremos algunos de estos detalles.
Según la izquierda política, se ha cometido una injusticia hacia Pedro Castillo a pesar de que existe división interna sobre la interpretación de si dio o no un golpe de estado. En todo caso, existe unión respecto a la falta de legitimidad de la Presidenta Dina Boluarte, debido que, para sobrevivir en el puesto, tuvo que virar hacia otras alianzas políticas ajenas a la cantera política que siempre la acogió; la izquierda. En todo caso, para diferentes grupos de izquierda, nos encontramos en un gobierno cívico-militar de inclinación conservadora que se sostiene por una alianza entre Boluarte y la derecha.
La derecha política, por el contrario, aceptó en los últimos días de Pedro Castillo que la sucesión presidencial se debía respetar a pesar de haber buscado la acusación constitucional de Boluarte durante gran parte del 2022. Para la derecha, el intento de golpe de Estado de Castillo y su predisposición de convocar a una Asamblea Constituyente fuera del marco de la ley, confirmó lo que este grupo político había estado repitiendo hasta el cansancio desde la segunda vuelta electoral del 2021: Castillo tenía talante autoritario. Definitivamente se trató de una victoria discursiva para este bando.
Respecto a las protestas, las interpretaciones de ambos bandos difieren diametralmente. Para la izquierda se tratan de protestas pacíficas que reaccionan ante el gobierno usurpador de Dina Boluarte. Para la derecha, las protestas no son más que acciones coordinadas por grupos políticos extranjeros con intereses de dividir el territorio - por ejemplo, del expresidente de Bolivia Evo Morales, que sigue gobernando bajo las sombras y que tiene infiltrados en el Sur del país - o por grupos ilícitos que buscan que no llegue el imperio de la ley hacia sus zonas de influencia - por ejemplo, el narcotráfico y la minería ilegal.
Lamentablemente las protestas vienen teniendo un saldo de más de cuarenta fallecidos. Al día 11 de enero, según las cifras de la Defensoría del Pueblo y la Policía Nacional, han fallecido 46 civiles y un policía, y se encuentran heridos aproximadamente 480 civiles y 360 policías. Dado que todavía se debe de investigar las causas de dichas muertes y solamente existen notas periodísticas independientes a cada suceso, se abre el flanco a diferentes interpretaciones sobre quiénes son los culpables de dichas fatalidades y de la escala de la violencia.
Existen interpretaciones distintas de las diferentes canteras políticas sobre los hechos sucedidos en las protestas en sí. Para la izquierda política, el uso desproporcionado de la fuerza de los militares y la policía han ocasionado la mayoría de los decesos, y se argumenta que las protestas pacíficas son enfrentadas por un grupo dirigido por el gobierno que busca oprimir a la oposición en las calles. Por el contrario, la derecha política considera que la escalada de violencia proviene de un grupo de manifestantes altamente agresivos que buscan acorralar a las fuerzas del orden que, sin mayor escapatoria, tienen que recurrir al uso de la fuerza para defenderse y/o restaurar la paz y el orden social.
Dicha escalada en las tensiones sociales ocasiona una demanda para que las fuerzas políticas planteen objetivos concretos para la salida de dicha crisis. Como conocemos en nuestro país la fragmentación política es bastante alta, por lo que naturalmente existe algún grado de discrepancia dentro de las fuerzas políticas en sí. Por lo tanto, vale la pena repasar los puntos en común y las diferencias, tanto a la izquierda como a la derecha frente a sus soluciones para la crisis.
Por el lado de la izquierda política, hay varios objetivos importantes en los cuales coinciden. El objetivo más importante es que dicha situación de insatisfacción social con el sistema - especialmente con lo que se interpreta que son las élites políticas y económicas que gobiernan al país - se canalice hacia una demanda para convocar la Asamblea Constituyente. Esto se manifiesta de manera explícita en los diversos proyectos de ley que proponen bancadas tanto de izquierda progresista como conservadora desde el Congreso de la República. La izquierda también plantea como solución, la salida de Dina Boluarte de la Presidencia, el cierre del Congreso y el adelanto de elecciones al 2023, lo cual además facilita el contexto constituyente.
Existen otros objetivos en los cuales la izquierda se encuentra dividida. Este es el caso de la demanda por la restitución de Pedro Castillo - lo cual era respaldado por 25% de la población en Diciembre del 2022. En esta demanda coinciden los grupos de izquierda conservadora como Perú Libre y los etnocaceristas, que ven en la figura de Castillo una oportunidad para generar un mártir de la Asamblea Constituyente. Sin embargo, esta demanda no es apoyada por la izquierda progresista, especialmente la limeña, que votó a favor de la vacancia de Pedro Castillo y que acepta que intentó perpetrar un golpe de estado. Otra demanda en la cual la izquierda se encuentra dividida es la secesión del Sur del país. Se trata de una demanda de la izquierda de bases más que una demanda de la izquierda de la representación nacional, con excepción del entrante gobernador regional de Puno.
Por último, la derecha política busca un desenlace a la crisis muy distinto. Existe un grupo de la derecha política que busca reformas políticas a la Constitución para mejorar el modo en que las autoridades son electas y por lo tanto que en el largo plazo no se llegue a situaciones como las que vivimos el día de hoy. Las reformas también son planteadas como un punto medio entre el status quo y el cambio absoluto del sistema, el cual la derecha en su conjunto no está dispuesta a ceder. Sin embargo, la derecha política se encuentra dividida respecto a si el adelanto de elecciones en el más breve plazo - sea 2023 o 2024 - pueda generar una situación en la que se logren calmar las aguas de la protesta social. En todo caso, ven como solución, más allá de una elección, ir depurando el aparato del estado de los cuadros que se colocaron en el gobierno de Pedro Castillo. Para ellos la permanencia de Dina Boluarte en la Presidencia podría ser una oportunidad para realizar esa tarea dado que ella tiene pocos aliados en los cuales sostenerse.
El gran ausente en este artículo es un grupo político no menos relevante pero más difícil de analizar el cual es el centro político, específicamente la centro izquierda. Se puede decir que este grupo inicialmente apoyó la salida de Pedro Castillo del poder y la asunción de Dina Boluarte. Sin embargo, ante la escalada de violencia, la subsecuente mayor intervención policial y militar en las protestas, y los gestos amigables del gobierno hacia la derecha política, este grupo poco a poco ha ido retirando su apoyo hacia Boluarte. Lo cierto es, que buscan definitivamente un adelanto de elecciones con reformas políticas que han ido impulsando sistemáticamente a través de los años - con algunas agregaciones creativas recientes de grupos llamados “convocantes”.
En conclusión, la salida de Pedro Castillo del poder definitivamente genera mucha crispación en el ambiente político del país. La izquierda y la derecha se mantienen igual de divididas y el gobierno entrante de Boluarte cambió radicalmente las fuerzas políticas a quienes llamamos oposición y oficialismo (‘de facto’). Además, concluye lo que fue una tregua por conveniencia política entre la derecha y la centro izquierda que se desencantó de la figura política de Castillo ante su incompetencia y los evidentes actos de corrupción. Todavía es una incógnita si el movimiento social logrará sostenerse y cuál será el desenlace respecto a la crisis. El tiempo solo nos demostrará qué grupo político pudo lograr más de la situación.
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