El planeamiento estratégico es un conjunto de principios y acciones que se consideran en una organización para definir qué dirección tomar y cómo asignar los recursos disponibles para lograr la meta propuesta.
Si llevamos este concepto al ámbito personal, podríamos decir que consiste en tener claramente definido a dónde queremos llegar en períodos de tres a cinco años. Estoy seguro de que si realizamos una encuesta y preguntamos “¿cuáles son sus planes a mediano plazo?”, la mayoría de interrogados nos podrá dar una respuesta. Sin embargo, tener una idea de lo que queremos está muy alejado de tener un plan serio de acción, el cual es parte intrínseca de un planeamiento estratégico personal.
Según Shanda Miller, “el proceso de crear su propio plan puede ayudarlo a definir qué significa el éxito para usted. El éxito significa diferentes cosas para diferentes personas. Creo que el éxito se define como el logro de los objetivos que están en línea con nuestros valores fundamentales y lo que es más importante para nosotros”.
El primer paso para formular un plan estratégico personal es encontrar el tiempo para hacerlo. Esto que puede parecer un juego de palabras no lo es. Los mayores desafíos que uno enfrenta para convertirse en estratega de sí mismo son poder concentrarse en el futuro y encontrar ideas únicas que lo ayudarán a lograr sus metas.
Luego hay que tener claros cuáles son los valores con los que nos sentimos más identificados. ¿Qué valoras más en tu vida? Es importante no centrarse en los más obvios y generalmente aceptados, como familia, salud y felicidad. Recomiendo pensar en otros no tan mencionados pero que también son muy importantes, como la humildad, gratitud, prudencia y honestidad.
Nunca está de más realizar un análisis FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas) de nosotros mismos, pero aquí es muy importante buscar opiniones de terceros que sean sinceras, objetivas e interesadas en ayudarnos, ya que es muy fácil el autoengaño. Nunca hay que ser juez y parte.
Una vez realizadas estas tareas, estaremos en mejor posición para crear nuestros objetivos. Estos deberán estar centrados en los valores ya definidos. Cuando los tengamos en blanco y negro, será muy importante definir las actividades específicas a realizar, un marco razonable de tiempo y otros recursos que pudieran estar relacionados con el cumplimiento de la meta propuesta (Gantt).
Tan importante como la etapa de definición es la de monitoreo o seguimiento de las actividades, y esto solo puede lograrse mediante la implementación de indiciadores de seguimiento y control, que son indispensables para mejorar las posibilidades de éxito.
Limite el número de objetivos y acciones para que pueda adoptar un enfoque realista de lo que logrará. Es razonable estimar tres o cuatro objetivos para tratar, de la mejor manera posible, la asignación de recursos, que son escasos por definición. Determine qué apoyo va a solicitar con respecto al soporte personal y emocional que se puede requerir en un proceso de planeamiento estratégico personal, especialmente cuando las metas son retadoras. Hay que planear reuniones periódicas que nos aseguren un monitoreo constante y, más importante aún, una valiosa retroalimentación.
No olvide concentrarse en lo que está bajo su control, en oposición a las cosas que no puede controlar. Destaque los resultados positivos que traerá el cambio, en lugar de mirar a lo que renunciará. Busque no perder la paciencia, requisito indispensable en cualquier proyecto de mejora personal.
Crear un plan estratégico personal puede ser transformador, pero también muy frustrante si no ha sido elaborado profesional y objetivamente. Es muy importante tener la seguridad de que, aunque las cosas no estén saliendo necesariamente según lo planeado, nos estamos moviendo en la dirección correcta. Finalmente, recuerde que se planifica de arriba hacia abajo; pero el plan se ejecuta de abajo hacia arriba.
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