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La ciencia en el epicentro de la pandemia: crisis de valores

En septiembre escribí un artículo que daba cuenta de un efecto no deseado de las pandemias: una crisis de confianza en los científicos. No me imaginaba lo que vendría. La comunidad científica peruana debe responder, de inmediato, si no quiere ser involucrada en este vergonzoso escándalo. No es momento de más “amiguismos”.

El escandalo que es #vacunagate nos afecta de sobremanera porque pone al descubierto nuestras propias debilidades.  Más de uno debe sentirse aliviado de no haber tenido la oportunidad de “vacunarse”; ¿la hubiese dejado pasar? El lío en el que estaría ahora.

Otros han sentido que se quedaron sin piso – el poco que les quedaba. Después de años de defender a Vizcarra – acusado de traidor, populista, corrupto y demás – se enfrentaron a la realidad que no querían ver.

Pero para otros, este escándalo se origina y tendrá consecuencias sobre una institución que había aguantado (con algunos golpes, sin duda) hasta el momento y que nos daba esperanza: la ciencia peruana.

Al inicio del escándalo (hace unos días) se presentó, vendió y compró la idea que había personas que se habían vacunado legítimamente y otras que no; que los vacunados legítimamente eran las personas vinculadas a los ensayos de la vacuna en la Universidad Peruana Cayetano Heredia (número 2 en el Ranking QS) y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (número 3).

Pero esto no es del todo cierto y voces más informadas que yo ya lo han confirmado: Mateo Prochazka lo explica en este hilo de Twitter. El uso de vacunas fuera del ensayo clínico no se justifica. Consulté con un experto en bioética, Douglas MacKay (UNC- Chapel Hill), sobre esto y lo confirmó.

No hay justificación. Este no es un caso de riesgo para los investigadores (están tratando con pacientes saludables) y, además, ponen en riesgo la integridad y los resultados del estudio; con lo cual el costo sobre la sociedad definitivamente pesa más que cualquier beneficio privado.

Cuando le pregunté cuál habría sido la reacción en Estados Unidos ante una noticia como esta me dijo: No sé, es que no sucedería.

Esto, sin embargo, parece haber sido una práctica sancionada por el INS/DIGEMID y por las universidades encargadas del estudio – aunque hay que decir que algunos investigadores y alumnos de Cayetano y de San Marcos hoy dejan en claro que no están de acuerdo y están pidiendo la renuncia de sus autoridades. No sé si lo dijeron en su momento – entiendo que no era el secreto mejor guardado.  

La vacunación de los rectores de la Cayetano y San Marcos es, sin embargo, evidencia que esta fue una práctica sancionada al más alto nivel. Además, no se vacuna a medio millar de personas sin que se sepa. Esto se sabía.

Entonces, aunque les duela, no se salvan ni los investigadores de los ensayos. Lo suyo es una falta ética grave: es una preferencia por el beneficio personal sobre el bien común.

La cosa se complica, sin embargo. Antes de que la vacuna haya sido aprobada en el Perú, lo que se inyectó en los hombros de cientos de peruanos y peruanas, no era una vacuna. Los médicos que la inyectaron cayeron en otra falta ética al poner en riesgo a terceras personas.

"El escandalo que es #vacunagate nos afecta de sobremanera porque pone al descubierto nuestras propias debilidades". | Fuente: Andina

El proceso de aprobación de una vacuna no es un capricho. En la fase 3 se determina, en una población mayor, si existen riesgos que no se identificaron en las fases anteriores - en las que la candidata a vacuna se prueba en grupos mucho más pequeños. Málaga y su equipo cometen una nueva falta ética. Y no solo en relación con la salud de los vacunados sino también en relación a la confianza sobre los resultados de los ensayos. ¿Qué hubiese pasado si uno de los 487 reaccionaba mal a la vacuna – por cualquier razón? Ello podría haber ocasionado la muerte una persona y del desarrollo de la vacuna, literal y figurativamente hablando.

La invitación a vacunarse a políticos, empresarios y lobistas (“para levantar fondos para una UCI”) no deja la más mínima duda de la ausencia de brújula moral del Dr. Málaga y su proyecto.

Esto último ya implica una comercialización de la vacuna (por donaciones y favores) y convierte a los científicos de la Cayetano y la San Marcos en accesorios (bastante activos) de lo que parece ser un nuevo capítulo de corrupción en el Perú. Los peruanos tenemos ojo para estas cosas. (Así que no le creo a Málaga cuando dice que no dimensionó la política de todo esto. Además, no estaba solo; las máximas autoridades de su universidad lo avalaron.)

Queda el dilema de si las no-vacunas que se pusieron los investigadores, supuestos consultores, las autoridades académicas, los funcionarios públicos, políticos, empresarios y sus familias antes que se apruebe su uso podrían haber sido entregadas a los trabajadores de la salud en primera línea. Por lo que he dicho antes, no. No eran vacunas y no hubiese sido ético hacerlo. Pero sí pudieron haberse guardado para que estén disponibles apenas se aprobase su uso.

Es diferente el análisis para las vacunas que se usaron después que se aprobó su uso. O la que no se han usado aún o las que se entregaron a la Embajada de China. Estas podrían haberse inyectado mientras esperábamos que llegase el cargamento oficial. Podrían estar siendo usadas ahora mismo.

¿Estoy siendo injusto al apuntar mis acusaciones sobre el Málaga, su equipo y las universidades? Yo creo que no. Esto no excusa a ninguno de los otros involucrados. Los funcionarios públicos que se vacunaron en plena negociación deberán responder por sus actos. Y espero haya sanción social para absolutamente todos. (Aquí pueden buscar rapidito a ver si conocen a alguien; sáquenlos del chat.) Pero la Universidad Peruana Cayetano Heredia y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos tenían el poder de decidir y actuar éticamente - y no lo hicieron.

(Queda aún por determinar qué pasó con las vacunas que fueron a parar a la Embajada de China. La Cayetano, que las importó, tendrá que responder por ellas también.)

Pienso, lamentablemente, que la academia peruana debe sentirse como los peruanos que pensaron, “¿qué hubiese hecho yo?” y se alivian de no haber tenido la oportunidad. Las acusaciones de opacidad, abusos de poder, comprar de publicaciones académicas para subir en los rankings y de complacencia ante el poder político y económico de todas las ciencias peruanas, no son pocas.

Esta es una oportunidad para levantar la cabeza y mostrar, aun si es simbólicamente, un distanciamiento con las decisiones y prácticas que nos llevaron a esta, nueva, crisis nacional.

El impacto que esto puede tener en la ciencia peruana es significativo. Estos ensayos no son proyectitos que se publican en revistas oscuras de estudiantes universitarios. La clara incapacidad moral de dos de las mejores universidades peruanas se va a conocer – aún si los involucrados son una minoría. Va a tener impacto sobre los fondos disponibles para la investigación; sobre las oportunidades de colaboración científica; sobre las condiciones que se impondrán para la participación de científicos peruanos; y sobre su credibilidad.

La crisis de confianza en los científicos peruanos puede acabar con una crisis de confianza en la ciencia peruana.

 

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.
Enrique Mendizabal

Enrique Mendizabal Res publica

Enrique es fundador y director de On Think Tanks, una iniciativa global enfocada en el estudio y el fortalecimiento de centros de pensamiento. Es promotor de la Semana de la Evidencia Latinoamericana y del Premio PODER al think tank peruano del año. Es miembro del Fellowship Council del Royal Society of Arts y ha sido director de programas del Overseas Development Institute. Enrique es investigador afiliado de la Universidad del Pacífico y profesor de su Escuela de Gestión Pública.

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