Hace una década, Fernando Straface, entonces director de CIPPEC, un think tank argentino, anunció que había nacido una “nueva tecnología política” latinoamericana. Los think tanks de la región, en buena parte inspirados por el trabajo del CIES (Perú) durante las elecciones del 2006 y 2011, habían encontrado una manera de contribuir a fortalecer los procesos electorales sin entrar en política partidaria ni, lo que hoy es más preocupante en el Perú, romper las leyes.
Una nueva tecnología política
Esta nueva tecnología ha sido extensamente documentada en plataformas electorales, gracias a una alianza entre On Think Tanks y Grupo Faro (Ecuador). Además, On Think Tanks publicó una guía (en inglés) para ayudar a think tanks interesados en contribuir al desarrollo de procesos electorales informados.
En estos recursos se describe esa tecnología que está compuesta de hasta 4 componentes:
1.- Propuestas de política pública sobre la base de investigación, síntesis y análisis
2.- Socialización, discusión e incorporación de las propuestas en los planes de gobierno
3.- Diseminación y comunicación a la población a través de y en alianza con los medios
4.- Debates. En algunos casos, incluso, han sido los think tanks los que organizaron los debates oficiales.
Todos o algunos han sido utilizados por Grupo Faro, CIPPEC, FUSADES (El Salvador), ASIES (Guatemala) y CADEP (Paraguay).
Este año, el CIES (que convoca a cerca de 40 centros peruanos), Redes y Videnza han lanzado iniciativas similares en el Perú. No han logrado, lamentablemente, el espacio en señal abierta que este tipo de intervenciones ha tenido en el pasado cuando, además del CIES, el CIUP y el IEP implementaron iniciativas similares.
En todos estos casos, el objetivo es informar tanto a los candidatos y sus equipos como al electorado. No es, o no debiera ser, apoyar (o atacar) a algún candidato en particular.
Centrar el debate con responsabilidad
Los think tanks no tienen que ser “neutros”. Nadie lo es. Pero sí debieran ser cuidadosos de no endosar a un partido u candidato al punto que pareciera que estuviesen “en campaña” con ellos. A mi modo de verlo, esto los descalifica como think tanks y desnuda - pasan a ser un grupo de interés o una agrupación política o un lobby político- y, dependiendo de las leyes vigentes pudiese descalificarlos como organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro o ponerlos en directa violación de las leyes y regulaciones en materia de financiamiento de partidos.
Marco Sifuentes ha reportado sobre el caso de la Asociación de Contribuyentes. En una aplicación del concepto de astroturfing a la política peruana han lanzado piensa.pe que se ha volcado a la campaña contra Pedro Castillo.
Hace un par de años la Asociación de Contribuyentes fue incluida en un panel sobre think tanks en un CADE. En ese entonces la impresión que me generó una mirada rápida a su página web fue que no era un think tank. Con esto, queda confirmado.
Pero no son los únicos. Otros think tanks y centros de investigación de universidades, algunos a modo institucional y otros a través de sus investigadores o expertos, se han enfrentado a múltiples situaciones grises.
Ofrezco, entonces, algunas recomendaciones para los centros que quieren participar activamente del proceso electoral sin acabar del otro lado de la delgada línea que divide la participación en política de la politiquería.
1.- Transparencia financiera: hoy más que nunca es fundamental que los think tanks sean transparentes sobre sus fuentes de financiamiento. Esto debe incluir quiénes financian, con cuánto y para qué. Si necesitan una guía de cómo hacer esto recomiendo visitar Transparify y apuntar a 5 estrellas (o 4 por lo menos).
2.- Transparencia de cuadros: son muchos los think tanks y algunas nuevas iniciativas que no presentan sus cuadros y sus afiliaciones en su totalidad. Conocer a los miembros del directorio de un think tank así como a su equipo de trabajo es fundamental en este contexto.
3.- Articulación de valores: hoy es necesario que los think tanks sean honestos sobre los valores fundamentales en los que creen y defienden. No se puede ser ambivalente respecto a derechos fundamentales, pero tampoco debieran quedar en el aire los supuestos que sostienen el desarrollo de las agendas y el trabajo de los think tanks. ¿Cuál es la definición de justicia que emplean? ¿Cuál es el rol del Estado en el que creen? ¿Cuál es el rol -cuáles son las responsabilidades y derechos- del individuo vis à vis la sociedad? De las respuestas a estas preguntas se desprende todo lo demás. No hay respuesta equivocada, pero es bueno saberlo.
4.- Presentación de agendas: si el estudio del sistema nacional de pensiones nunca fue de interés para un think tank resulta extraño que ahora, de pronto, se presente como experto en la temática. Al publicar sus agendas de investigación los think tank ayudan a discernir entre opinión basada en evidencia y, bueno, opinión.
5.- Comunicación de propuestas: hoy la tentación es defender o atacar al modelo económico. Pero el modelo económico se ha convertido en un proxy del fujimorismo. Defender el modelo es, sin necesariamente quererlo, caer en el juego partidario. Carlos Parodi (CIUP) ha optado por una discusión sobre las mejoras que el modelo necesita. El equipo de Redes le ha dedicado tiempo a explicar el modelo. Podemos estar de acuerdo o no con sus opiniones, pero son buenas alternativas parar centros que mal que bien apoyan el modelo, pero no quieren endosarle su credibilidad a una candidata en particular.
En el 2016 el CIES usó el slogan “centrando del debate electoral”. Esto es exactamente lo que deben hacer los think tanks en este contexto polarizado.
Post segunda vuelta
En lo que han fallado casi todas estas iniciativas es que se han enfocado en el proceso electoral y han descuidado todo lo que viene después. Hace unos años, Grupo Faro volcó el trabajo previo a las elecciones en un observatorio de propuestas para monitorear los primeros años del nuevo gobierno.
Gane quién gane, este debiera ser una de las principales funciones de los think tanks peruanos. Monitorear el desarrollo de las agendas del nuevo gobierno, el periodo de transición, los 100 primero días, etc.
Pero para ello deberán ser cuidadosos de no ser aplastados por un cartel de mal gusto o un lápiz extragrande. Sin credibilidad, los think tanks, cojean. Como nuestra política.
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