Esta especie, de tamaño pequeño, es muy abundante en nuestros mares. Su principal uso, por lejos, es para producir harina de pescado. Además, la anchoveta tiene una alta calidad alimentaria, medida por las composiciones principales de sus músculos, grasas y micronutrientes. También por su alto contenido de aminoácidos esenciales, así como de grasas saludables y de otros elementos que facilitan su asimilación.
Desde los inicios de la pesquería de anchoveta a gran escala, a inicios de los sesentas, se ha planteado la importancia de su consumo debido a estas propiedades, pero con muy poco resultado a lo largo del tiempo. Incluso aceptamos la donación de una planta para conservas de anchoveta que estuvo guardada por dos décadas en Ilo- Moquegua.
Posteriormente el entonces Instituto Tecnológico Pesquero tuvo un rol importante en el procesamiento de esta especie, principalmente en conservas, las cuales eran distribuidas en los programas sociales y mercados muy pequeños a lo largo del cambio del siglo. La adaptación en las capacidades productivas principalmente, así como la Primera Semana de la Anchoveta y otras actividades, posibilitaron su escalamiento en los mercados. Es decir, alcanzar su venta comercial.
A lo largo de ese periodo del primer impulso comercial para el consumo de anchoveta, hubo un gran incremento de los beneficios económicos de la harina de pescado, durante la primera y la segunda década de este siglo, debido a la subida de los precios internacionales (en poco menos de cinco años subió su precio de aproximadamente 600 a 1500 dólares por TM). Sin embargo, desde hace poco más de 10 años, se mantiene en alrededor de ese precio por TM, con muy escasos picos cercanos a 2000 o a 1200 dólares.
Por otro lado, y más importante aún, la anchoveta para el consumo de las personas enfrentó severas disfuncionalidades institucionales que han afectado de manera importante la disponibilidad y variedad de productos para el consumo humano basados en esta especie. Esto se expresa principalmente en la utilización de la anchoveta para la producción de harina de pescado en vez de productos para el consumo de las personas. Como pocas especies, la anchoveta tiene una gran versatilidad, desde productos gourmet hasta productos convenientes en viviendas sin energía o agua corriente que pocas otras especies ofrecen.
En correspondencia con ello, hay también cierto estancamiento, respecto a ese salto que se dio en el procesamiento la anchoveta en la primera década de este siglo, en la innovación y adaptación, cuando con cooperación extranjera se lograron productos, para ámbitos rurales, e incluso se degustaron en determinadas regiones. Se fue la cooperación, se acabó el interés.
Teniendo en cuenta este panorama es necesario dar un segundo impulso a la anchoveta como parte de una estrategia orientada a ampliar la diversidad de productos pesqueros basado esta especie y que sean convenientes y de interés para el consumo familiar. Una tarea más para el nuevo gobierno a partir de agosto de este año, en materia pesquera.
Al respecto, Oceana ha publicado la Agenda Azul: Propuestas para el periodo 2021-2026 y documentos específicos que detallan cada uno de los cinco ejes que deben ser prioridades en este sector.
Finalmente, y volviendo al tema alimentario, además de la anchoveta, tenemos también otras especies que juegan un gran rol en la seguridad alimentaria del país como la pota, el jurel o el bonito. Ese tema será ocasión para una siguiente columna.
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