En un contexto de incertidumbre económica, política y social, donde no se tienen certezas sobre la conducción del país, muchos inversionistas optan por trasladar su dinero al extranjero, donde tendrá menor riesgo de verse afectado y perder valor. Pero contrariamente a lo que pueda pensarse, esta es una opción mucho más cercana y factible para toda persona natural. No obstante, antes de hacerlo, es importante que se consideren una serie de factores que a continuación pasaremos a señalar:
Opciones para todos los gustos
Existe una amplia oferta de instrumentos financieros que pueden calzar con las necesidades de rentabilidad, riesgo, liquidez y seguridad de cada persona, pero no siempre será fácil tomar una decisión de este tipo, más aún si se piensa invertir de manera segura.
Para ello, es pertinente saber en primer lugar el perfil de inversionista que se tiene. ¿Conservador, moderado o arriesgado? Uno tiene que conocer su naturaleza para poder determinar el tipo de inversión más conveniente. Para ello existen desde encuestas online hasta asesores financieros que te pueden ayudar.
Una vez se conozca el perfil de inversionista, el segundo paso es determinar en qué tipo de instrumentos o títulos se está interesado y tener un horizonte de inversión (uno, dos, cinco, diez años). Asimismo, es importante asesorarse adecuadamente acerca de las comisiones por compra/venta de títulos, así como lo que hay que pagar por la custodia de los instrumentos e impuestos a las ganancias.
Otro aspecto importante por considerar antes de planificar una inversión fuera del país es la forma en la que se hará. ¿Qué quiere decir esto? Uno puede invertir en el exterior desde el Perú. En este caso, las entidades que facilitan estas operaciones están domiciliadas en territorio nacional, por lo que cualquier cambio en la regulación peruana podría afectarlas. Sin embargo, si uno se lleva su dinero a otro país e invierte desde allí, los cambios regulatorios en el Perú no afectarán el proceso de inversión. Lo que siempre hay que tener en mente es el pago de impuestos, que varía de acuerdo con el país.
También no puede perderse se vista la importancia de la diversificación en los instrumentos financieros: parte en acciones, en cuentas a plazo fijo en el banco o en ETFs (Exchange Trade Funds), que están respaldados en oro.
Dicho esto, se puede señalar la siguiente:
Acciones en el extranjero: Algunas acciones extranjeras se negocian en la Bolsa de Valores de Lima, y por lo tanto sus ganancias tienen tratamiento impositivo distinto a que cuando el título se negocia únicamente, por ejemplo, en la bolsa de Nueva York. En el primer caso pagaría alrededor de 5% de impuestos por las ganancias, mientras que, en el segundo, cerca al 30%.
Cuenta bancaria en otro país: Es totalmente viable abrir cuentas en el extranjero, pero cada país y entidad bancaria tiene sus propios requisitos para extranjeros. Por citar un caso, en Estados Unidos algunas entidades permiten abrir cuentas corrientes y de ahorros presentando el pasaporte, pero si uno quiere realizar actividades de inversión a través del banco, estas pueden ser limitadas o pagando impuestos por las ganancias. Sin embargo, en países como Panamá y las Islas Caimán, es más sencillo abrir una cuenta y realizar operaciones de inversión, ya que los impuestos son más bajos.
Crowdfunding y crowdlending: En el crowdfunding, por lo general, se financia a empresas nuevas o emprendimientos. En el caso del crowdlending, se presta, por lo general, a personas naturales. En ambas situaciones, lo que nos interesará es analizar la calidad crediticia de las personas o instituciones a las cuales les prestaremos dinero. Por ello, es vital contar con un intermediario entre las partes confiable, quien brinde información relevante sobre la calidad crediticia de las personas o empresas que reciben estos fondos.
Como puede verse, hay varios opciones y consideraciones para invertir en el exterior, cuya práctica resulta beneficiosa pues permite diversificar el riesgo, sobre todo en coyunturas como la actual. Sin embargo, esta es una práctica que requiere de tiempo de investigación, corroboración de fuentes (no es adecuado confiar en gurús financieros que ofrecen sus servicios en redes sociales ni en cursos virtual), un aprendizaje continuo y progresivo.
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