El restyling de la marca Perú supuso no solo un cambio en el diseño de la marca, sino una transformación radical en pro de una modernización en el marketing público global en el Perú. Con este cambio se propuso una simbiosis entre los geoglifos de la cultura Nazca y el nombre de marca país. Este cambio supuso el punto de partida de una estrategia de rebranding a nivel internacional de cara al Bicentenario.
¿Y por qué motivo asociar la marca a un elemento físico? Imaginen por un momento las sensaciones que quisieron transmitir nuestras culturas ancestrales con tales figuras y diseños perfectamente geométricos a quienes los observaban desde la lejanía de una colina en una enigmática ruta de peregrinación hacía la ciudad preinca de Cahuachi.
Es sorprendente, al mismo tiempo, que estos geoglifos hayan formado parte de los símbolos visibles de la existencia de vida en la tierra, al poder ser vistas desde el espacio. Y que ello ocurriera miles de años antes de que la NASA lanzara en 1977 "The Sounds of Earth”, el disco de oro portado por las sondas espaciales Voyager con tal finalidad. Estos diseños, que han sido fruto de inspiración ceremonial, permanecen como reflejo y puerta de entrada a la grandiosidad de la riqueza cultural del que fuera el mayor imperio de América y que ahora es parte de la estrategia de promoción de Promperú.
En consecuencia, son únicos, irrepetibles, inimaginables, impactantes, incomparables, transgresores y en definitiva... ¡inolvidables!
La recreación de tal enigma y su conjunción con el Perú a través de esta analogía gráfica, está permitiendo pasar la marca país de conocida a relevante al situarla en el top of mind de cualquier visitante. Tanto la visita del Papa Francisco, los Panamericanos, así como los grandes encuentros de orden político y empresarial, han contribuido de manera positiva y significativa al reposicionamiento de la marca país. La imagen que se proyecta es la de un país organizado, responsable con sus compromisos internacionales y capaz de asumir con éxito cualquier reto que enfrente. Esto se plasma en el empleo de la denominación country of origin, que influye positivamente en la internacionalización de productos y servicios peruanos.
Varios lemas publicitarios han sido empleados en el relanzamiento de la marca Perú y en su inmensa mayoría se destaca la gastronomía. Algunas de estas frases rezan “Perú: un país para comérselo” o “El país más rico del mundo”. La cocina debe ser utilizada, en consecuencia, como el caballo de troya para introducir y destacar tanto la agroindustria como el biocomercio. La exportación de productos de la biodiversidad se ha visto beneficiada de la marca Perú y esto, de igual modo, contribuye con la atracción turística e inversión.
La marca país es la herramienta de promoción de Promperú y entre sus objetivos se encuentra contemplado también el impulso al arte y la cultura. Es por ello que no debemos olvidar que un aspecto inherente a toda experiencia gastronómica y turística es la inmersión cultural en vivencias, igualmente relevantes, como es el caso del baile y la música. Y cómo imaginar degustar tales manjares sin la presencia del huayno, la cumbia peruana o la música criolla. Cómo imaginarla sin el sonido de una Falcón a las manos del gran maestro Pepe Torres, acompañando a divas de nuestra enseña nacional como Julie Freundt, mientras resuena el ritmo afro del genuino cajón peruano.
Pues bien, todos los estudios, tanto del Instituto de Estudios Peruanos como de la consultora GfK y el Instituto de Opinión Pública hasta la fecha, convergen al señalar estos ritmos como líderes de las preferencias musicales peruanas. Y es que frente a la estandarización de la cultura que supone tanto la gastronomía del fastfood como la música de las grandes compañías internacionales, abogo por una proyección conjunta de la peruanidad. Y como indicara en uno de mis artículos científicos sobre industrias creativas, en este caso sobre la industria de la música, la mayor parte del retorno de tal industria se concentra en las manos de un pequeño grupo de grandes compañías discográficas y esta estructura altamente concentrada se extiende inclusive a la era digital.
Hoy, a las puertas del bicentenario, la evidencia de la fuerte presencia de la creación autóctona debe llenarnos de satisfacción. Tenemos la responsabilidad histórica de gobernar con ímpetu el presente para garantizar la preservación de nuestro legado cultural, aquel que identifica nuestra idiosincrasia e identidad peruanas, así como un futuro de prosperidad para los nuevos creadores. Para ello, es preciso apostar por espacios de identidad en los medios de comunicación de masas como la televisión y la radio, frente a la uniformidad en gustos y modas internacionales, que preserve dicha identidad y permita al Perú competir en diferenciación.
A través, de la generación de espacios que revaloren la peruanidad, podremos cumplir nuestra promesa de pasión por nuestra patria que escribiera el eminente poeta de la canción criolla Augusto Polo Campos: “Te daré la vida y cuando yo muera me uniré en la tierra contigo Perú”.
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