La Comisión Europea (CE) anunció en mayo de este año la revisión de la recomendación sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente, la cual se publicó originalmente en 2006. Esta revisión responde a la era de transformación digital y a los cambios que en consecuencia están experimentando la sociedad y la economía actualmente. La CE argumenta que el ciudadano o la ciudadana del siglo XXI debe contar con ocho competencias clave para el aprendizaje permanente, que le permitan participar plenamente en la sociedad y gestionar con éxito las transiciones hacia el mercado laboral. Este marco de referencia propuesto por la CE no pretende ser una “camisa de fuerza” para los distintos países de la CE, por el contrario, busca establecer un marco de referencia que brinde pautas claras en las que los países puedan apoyarse.
La primera competencia tiene que ver con la lectoescritura o alfabetización, como competencia básica y primordial para el desarrollo de otras competencias y como un derecho fundamental de los ciudadanos del mundo. En segundo lugar, la multilingualidad como vehículo que permite la interculturalidad y la cooperación, pues hoy en día tener un segundo idioma –como, por ejemplo, el inglés– ya no representa una ventaja, más bien es una desventaja carecer de él. Número tres, fomentar la adquisición de competencias en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM), procurando un vínculo de estas disciplinas académicas con temas como las artes, la creatividad y la innovación. Los empleadores experimentan déficit de especialistas en estas ramas, por lo que se torna sumamente importante motivar a los jóvenes a que opten por carreras profesionales en estos ámbitos.
En cuarto lugar, el marco hace referencia a las competencias digitales, las cuales no solo implican la alfabetización digital sino también el uso seguro, crítico y responsable de las tecnologías digitales en los ámbitos académico, laboral y social. La quinta competencia tiene que ver con el entorno social, donde el individuo debe ser capaz de reconocerse tanto de manera individual como dentro de una sociedad, y además a diferentes niveles se debe fomentar el aprendizaje para toda la vida. Estas competencias le permitirán al individuo alcanzar una gestión de vida saludable en sociedad y orientada al futuro.
La competencia cívica o ciudadana es el número seis: involucra el poder tener la habilidad de actuar como ciudadanos responsables y que cada ciudadano o ciudadana pueda participar plenamente en la vida social y cívica de su país y del mundo.
El emprendimiento, la creatividad y el sentido de la iniciativa, fomentados entre los jóvenes estudiantes mediante oportunidades para que como mínimo lleven a cabo una experiencia práctica de emprendimiento durante sus estudios, son parte de la séptima competencia de este marco de referencia.
Finalmente, las competencias interculturales, relacionadas con la conciencia y expresión culturales, las cuales requieren que el ciudadano se esfuerce por comprender y respetar la forma en que las ideas se comunican en las distintas culturas.
Cabe revisar y reflexionar sobre este marco de referencia, diseñado en un contexto poseedor de una de las mejores experiencias educativas del mundo, para dar paso a transformar la educación y así poder lograr ese ciudadano alfabetizado, multilingüe, científico-artístico, digital, social, cívico, emprendedor, innovador e intercultural que nuestro país y el mundo necesitan.
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