Ocurrió lo que muchos temían y otros esperaban ansiosos: Bernie Sanders puso fin a sus aspiraciones presidenciales. Atrapado entre la oposición del establishment Demócrata y el pragmatismo de los votantes enfocados en la necesidad de derrotar a Trump -y en un contexto de pandemia e incertidumbre- Sanders tomó la que debió ser una decisión muy difícil. Desafortunadamente, no sabremos cómo el impacto de la COVID-19 pudo haber afectado el resultado de las primarias. El silencio de Biden y la estulticia mediática de Trump no comparan con la sensatez, empatía y madurez demostradas por Sanders en estos tiempos terribles. En las últimas semanas quedó claro el liderato -o la falta- de cada uno de ellos.
Biden será quien se enfrente con Trump, si es que hay elecciones, en noviembre de este año. Si podrá derrotar al inquilino de la Casa Blanca es tema para otra columna. Solo podemos adelantar que sus posibilidades han mejorado notablemente ante el desplome de la economía estadounidense. Ya lo dijo la campaña de Bill Clinton en las elecciones de 1992: “It’s the economy, stupid”. Los 9.9 millones de estadounidenses que en solo dos semanas presentaron peticiones de ayuda por desempleo han puesto en duda la reelección de Trump. Tanto Jimmy Carter como George H.W. Bush perdieron la carrera por la reelección en contextos económicos muy difíciles.
La salida de Bernie cierras las puertas, nuevamente, al sector progresista del Partido Demócrata. Dificulta, además, la implementación de cambios y reformas socioeconómicas que hasta hace muy poco eran muy necesarias, pero que la crisis actual ha convertido en urgentes. Si algo ha quedado claro en las últimas semanas es que Sanders siempre tuvo la razón cuando reclamaba acceso universal a la salud, cuando criticaba la desigualdad rampante y pedía ponerles frenos a los grandes intereses económicos. El “loco populista” – “crazy Bernie”, según Trump- pasara a la historia como un Jeremías del siglo XXI.
La batalla ideológica la ganaron Bernie y los miles de estadounidenses que con él soñaron un país más justo, menos desigual. Esos miles de jóvenes que no se dejaron engañar o asustar por el cuco del socialismo. Quienes, afortunadamente representan el futuro de Estados Unidos. ¿Apoyarán los partidarios de Bernie a Biden para derrotar a Trump? ¿Jugarán el juego del pragmatismo de los Demócratas o simplemente dejarán solo a un partido que no les toma en cuenta, que les teme? Eso está por verse.
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