Para afrontar nuestros desatinos y aprender de ellos, debemos aceptar que durante el 2020 se han expuesto las distintas caras de la desigualdad, las limitaciones de las personas con incapacidad, e inclusive la discriminación hacia personas por su proveniencia venezolana o por sus orientaciones personales. Por tanto, estos crecientes casos han incrementado nuestra conciencia sobre la sutil discriminación hacia algunas minorías en nuestra sociedad. Para las empresas, en donde la transición hacia un sistema híbrido de trabajo presente y a distancia sería el siguiente paso en la evolución de relaciones laborales, esto representa una oportunidad.
Sin embargo, no es solamente una oportunidad para integrar minorías, sino también para re-aprender el respeto y la inclusión como valores organizacionales en tiempos en los que la libertad de elección es más apreciada. El primer paso para reconocer estas diferencias requiere que los equipos comprendan y aprecien las distintas identidades y roles que acompañan el camino hacia la integración. Cuando las personas no son conscientes de las distintas habilidades y características de sus colegas, no son capaces de poder conectar con ellos, lo que dificulta la humanización de la persona en su percepción. Si no somos capaces de reconocer a otra persona sin su humanidad, la desprendemos de sus virtudes y capacidades.
El mejor camino para prosperar en la integración de los equipos laborales es creando espacios psicológicamente seguros para que las personas puedan compartir sobre sus historias personales, sus características personales, o la expresión de su propia identidad plasmada en su propia forma de comunicación. Al reconocer que las personas tienen ansiedades, responsabilidades o preocupaciones en común podemos crear lazos con nuestra auto-percepción que nos permitan identificar nuestra propia humanidad en aquella de la de nuestros iguales. Pero esto no basta, pues también debemos crear oportunidades para el crecimiento y aprendizaje a través de las experiencias y complejidades que afrontan algunos miembros cuando son juzgados por algún aspecto de su identidad, mostrando los efectos negativos de estos sesgos y estereotipos.
La COVID-19 ha resaltado el deseo de interacción social y de conexiones personales que se debilitaron durante el distanciamiento social, pero frente a nosotros tenemos la oportunidad de mejorar la comunicación y comprensión de nuestras diferencias que solo hacen más rica a nuestra comunidad.
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