Un joven alumno, que estudia con pasión el mundo político y que prefiero mantener en el anonimato, me pregunta sobre qué hay que saber para entender y conocer este ámbito de lo humano. Pues bien, estimado “X”, te responderé a mi modo, bajo los términos que conozco.
Primero, lee poesía. Mucha poesía. La que está escrita en serio. Te sugiero a Dante, Teresa de Ávila, Eliot, Vallejo, Borges, Miguel Hernández, Adán, Eielson, Romualdo, Blanca Varela y Blas de Otero. Si lees poesía, te abrirás a la metáfora de la palabra y comprenderás lo que acontece en el cerebro y en el corazón del ser humano.
Luego, escucha música. La gran música compuesta con la “mirada en lo alto del cielo” (Romualdo). Te sugiero a los de occidente: Bach, Mozart, Beethoven, Brahms, Dvorak, Mahler, Stravinski. Y, también, a los nuestros: Villa Lobos, Ginastera, Guevara Ochoa, Valcárcel, Garrido Lecca, etc. Si escuchas la gran música, te abrirás al logos sonoro y a las metáforas del sonido y del tiempo. Aprenderás a darte cuenta que el viento de la montaña y el susurro de la voz de los que amas son música.
También, mira y contempla. Anda a los museos imaginarios si no puedes estar en ellos. Aprende a observar con Caravaggio, con Velásquez, con Vermeer, con De Lorena, con Friedrich, con Goya, con Bernini, con Rodin. Y vuela con Picasso, con Miró, con Chagall. Y de nuestra patria, a Sabogal, Codesido, Servulo Gutiérrez, Humareda, Tsuchiya. Al observar imágenes, percibirás la composición de los detalles y del detalle. Y verás que hay un más allá de lo evidente.
Luego, anda al teatro. Y verás el drama y la comedia humana aplicarse en cada escenificación de forma circular. Te darás cuenta de los otros, sintiendo que en cada acto también estás presente sintiendo, viviendo, latiendo, añorando, sufriendo y riendo. El teatro es un espejo que nos revela aéreos y humildes.
Después del aprendizaje mayor: la poesía, la música, las artes plásticas y escénicas. Lee historia. Mucha historia. La del mundo y la de tu país. Léela como si fueras capaz de reescribirla. En esa historia, conoce el devenir de varias ciencias, incluye, si puedes, la de la astronomía. Gracias a la historia sabrás situar el hecho en una trama de circunstancias, únicas e irrepetibles. Y aprenderás algo sabio: a no mentirte sacando los hechos de su contexto.
Teniendo todo esto que te he sugerido para la etapa germinal, lee a los clásicos del pensar político sin presión estadística. Platón, Aristóteles, Cicerón, Tomás de Aquino, Francisco de Victoria, Maquiavelo, Hobbes, Locke, Rousseau, Kant, Burke, Marx, Tocqueville, Weber, Arendt, Hayek, etc. Y es necesario que leas a los nuestros: Vizcardo, Olavide, Vigil, Gonzales Prada, Riva Agüero, Mariátegui, Haya, Ravines, Basadre. Después de tamañas montañas, lee a los que te dé la gana.
Teoriza, teoriza mucho. No dejes que ningún profesor o profesora te corte las alas si deseas especular. No hay mayor enemigo del pensar político que aquel que quiera cercenar el vuelo de tu teorización sobre el mundo de lo público, que es un espacio profundo de lo humano ¿Puedes imaginarte indagar sobre nuestra condición política teniendo un alma frívola y rudimentaria? Pues no es posible. La profundidad del “zoo politikon” requiere una indagación profunda, de un alma profunda, como la tuya.
Y recuerda querido “X”: la ética y política son una. Muchos te dirán lo contrario y tratarán de hacerte creer la locura de la separación. Pero gracias a tu aprendizaje en la metáfora, tendrás argumentos sólidos para defender el vínculo radical entre la ética y política. No podrán contigo. Te aseguro.
Ah, me olvidaba. Siempre revisa de manera crítica lo que los medios de comunicación te ofrecen, así también lo que los analistas de lo político te presentan. Eres un intelectual de los asuntos públicos, recuerda. Y serás parte de una noble tradición que remonta a más dos mil años. Para eso te estas formando.
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