
Paisano, paisana, ya comenzó el Censo Nacional 2025. Y a diferencia de los censos antiguos, que se hacían en un solo día y nos obligaban a quedarnos en casa esperando al empadronador, este se va a extender durante varios meses.
Muchos sienten dudas. ¿Para qué sirve que sepan de mí? ¿Será seguro dar mis datos? Y es natural, es natural desconfiar, pero confíen en saber que el Censo es fundamental para conocernos mejor y para actuar donde realmente hace falta.
El Censo normalmente nos dice cómo hemos avanzado o retrocedido con respecto al Censo anterior, el del 2017, que se hace cada ocho años. Así sabemos cómo ha variado la pobreza, los servicios públicos o el empleo. Y con ello podemos decidir en qué y en dónde poner más recursos.
¿Ponerlo en las grandes ciudades, en el campo, en la sierra, en la selva? Por ejemplo, si el Censo mostrara que hay menos niños, sabremos quizás que, en vez de más escuelas, necesitaremos más centros para adultos mayores. Pero este Censo del 2025 es además especialmente importante, pues en estos ocho años se han dado eventos que han cambiado mucho al país.
¿Cómo quedó la salud de los peruanos luego del COVID del 2020? ¿Cuál es la verdadera dimensión de la inmigración venezolana, que en el Censo del 2017 era mínima y hoy es supuestamente 5% de la población del Perú?

Estos cambios rápidos y profundos solo se pueden ver con claridad si nos contamos de manera ordenada. ¿Será peligroso dar tanta información? En realidad, no, porque además de que el Censo no pregunta por propiedades o ingresos, sus resultados por ley solo pueden ser usados de manera agregada. Se trata más bien de una fotografía grupal, donde lo importante no es el gesto de cada uno, sino la imagen de todos juntos.
Y no solo sirve para el Estado, que puede decir dónde poner un hospital o hacer una carretera, sino también para que las empresas puedan invertir donde tienen demanda y para que las comunidades puedan reclamar lo que les corresponde. Por eso, paisano, paisano, cuando el empadronador con su mandil violeta llegue a su casa y le diga, déjame que te cuente, como en el vals de Chabuca Granda, trátelo bien, dele una mirada positiva mostrándole que usted también quiere ser parte de la gran foto nacional. Porque no solo lo hace por orgullo de peruanidad, sino porque así, en vez de basarnos en opiniones de terceros, sabremos con exactitud cuánto somos, cómo vivimos, qué nos falta y en qué hemos avanzado y, sobre todo, cómo podemos cuidarnos mejor.
Comparte esta noticia