Como sabemos el 28 de julio de 1821, se proclamó la independencia del Perú, pero la lucha continuó hasta la rendición del ejército español en la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, hace casi exactamente 200 años. Una mirada positiva nos recordaría paisana, paisano, que eso solo pudo lograrse porque se unieron ejércitos de toda Latinoamérica, y nos diría que para crecer y seguir siendo libres, debemos seguir colaborando entre países.
Quizás por la costumbre de ver sus nombres en plazas y calles olvidamos que los ejércitos que participaron en esa batalla eran de toda Latinoamérica. Que el general Antonio José de Sucre era venezolano, Manuel Isidoro Suarez argentino, José de La Mar ecuatoriano, nacido en Quito, José María Córdova colombiano, y que, junto con muchos soldados chilenos y bolivianos, lucharon al lado del general peruano Agustín Gamarra, sí el que dio su nombre al emporio comercial en Lima. Y olvidamos quizás que la razón de su presencia aquí fue que los peruanos solos no podríamos luchar contra una potencia tan grande como la España de la época, y que todos ellos sabían que ningún país latinoamericano tendría paz definitiva mientras hubiera alguna dominada por el reino europeo.
Y aunque no lo comentamos, los peruanos sabemos que lo que ocurre en la región nos afecta de manera casi directa. Sabemos que si Chile tiene problemas, el comercio de Tacna sufre; si Bolivia se complica, hay contrabando en Desaguadero; y se usa el sol como moneda de refugio, y vemos que si Venezuela tiene crisis políticas, nos llegan cientos de miles de migrantes. Y veremos muy probablemente que el puerto de Chancay empezará a movilizar mucho más las comunicaciones y el comercio con el Ecuador y Colombia. Y estamos tan interconectados que, casi como una gripe en la familia, si un país se enferma de izquierdismo o de derecha extrema, empiezan a aparecer movimientos políticos similares en los vecinos.
Por eso este 9 de diciembre, paisana, paisano, recordando la impresionante victoria sobre los españoles en Ayacucho, a pesar de ser muy inferiores en número de soldados que selló nuestra independencia, deberíamos recordar también que, en ese día, por estar unidos, todos los países latinoamericanos pudimos nacer a una vida independiente. Y con ese ejemplo paisano, paisana ¿no cree usted que ya es tiempo de unirnos más entre países para, juntos, aunque no revueltos, luchemos para liberar al continente de la pobreza y del subdesarrollo? Feliz día de la independencia latinoamericana.
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