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Empobrecidos y confinados

Las desigualdades están golpeando fuertemente a las infancias más carenciadas, incrementando su vulnerabilidad y exponiéndolas a una perdida sustancial de sus derechos, como ya lo estamos viendo con su derecho a la educación.

El gobierno ha aclarado que las niñas, niños y adolescentes mayores de 12 años sí pueden entrar a los centros comerciales, por lo tanto, en calidad de consumidores y con el dinero de mamá y papá están “liberados” y pueden circular. No es el caso de niñas y niños con menos de 12 años, quienes solo cuentan con una hora al día acompañados de un adulto y en un radio de hasta 500 metros de su domicilio. Entonces, mientras más empobrecidos y con menos edad, el impedimento de circulación libre es mayor.

Podemos interpretar que detrás de estas medidas, el gobierno busca proteger a las niñas y niños, pero también evitar la propagación de la COVID-19 considerando que son menos afectados y pueden ser portadores sin síntomas aparentes. Por otro lado, hay que reactivar la economía y para ello hay que gastar, en ese caso no hay distingos de edad a partir de los 12 años. Pero ¿Qué pasará con los más empobrecidos? Según UNICEF la pobreza monetaria en niñas, niños y adolescentes peruanos aumentaría de 26, 9% en el 2019 a 39,9% en el 2020, y más pronunciadamente en las infancias de los ámbitos rurales, que incrementaría de 47,3% a 62,3% en el mismo periodo.

El anuncio es fatal, las desigualdades están golpeando fuertemente a las infancias más carenciadas, incrementando su vulnerabilidad y exponiéndolas a una perdida sustancial de sus derechos, como ya lo estamos viendo con su derecho a la educación. Ya se habla de más de un millón que han sido expulsados del sistema educativo. No lo abandonan por decisión propia simplemente es insostenible porque no pueden acceder a la Estrategia Aprendo en Casa, quienes accedían se agotaron, no logran financiar los costos de la virtualidad y/o tienen que salir a trabajar para contribuir al sustento familiar. Si bien, el sector de niñas y niños que trabajan siempre ha sido significativo en todo sentido, las condiciones se precarizan con el riesgo que sus jornadas laborales se extiendan y su salud se vea más afectada.

Las desigualdades están golpeando fuertemente a las infancias más carenciadas, incrementando su vulnerabilidad y exponiéndolas a una perdida sustancial de sus derechos, como ya lo estamos viendo con su derecho a la educación.
Las desigualdades están golpeando fuertemente a las infancias más carenciadas, incrementando su vulnerabilidad y exponiéndolas a una perdida sustancial de sus derechos, como ya lo estamos viendo con su derecho a la educación. | Fuente: Cortesía

El empobrecimiento de las familias puede cohesionar a sus miembros, pero también puede ocasionar desesperación, violencia y abandono, con lo cual puede incrementarse las cifras de niñas, niños y adolescentes en situación de calle. Por otro lado, también empeorarán sus condiciones de salud porque habrá menos dinero para asegurar una alimentación saludable, atenderlos y acceder a servicios de salud.

Urgen decretos supremos con medidas que no solo se incluyan a las niñas, niños y adolescentes como consumidores, sino que los atiendan de inmediato en sus derechos a la salud, educación y protección. Sigamos exigiendo políticas diferenciadas con medidas de protección a las infancias trabajadoras; servicios de alimentación comunitaria para prevenir la anemia y la desnutrición (que en el caso de los ámbitos rurales bien pueden promover el consumo de productos nativos); y la ampliación y gratuidad de servicios de parques que les permita libre circulación para aliviar de alguna manera los daños a la salud mental que el confinamiento les está ocasionando.

 

 

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.

Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Se desempeñó como coordinadora de la carrera de Educación Intercultural Bilingüe de la misma universidad. Educadora por la PUCP y USIL, con maestría en política social con mención en promoción de la infancia por la UNMSM, y doctoranda en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud por CINDE y la Universidad de Manizales - Colombia. Ha laborado como asesora de programas y proyectos en infancia para Plan Internacional, SaveTheChildren y Aldeas Infantiles.

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