¿Se puede innovar en los sectores tradicionales? Siempre que me hacen esta pregunta respondo que sí, pero algunas personas me miran con incredulidad. Entonces, recurro a dos casos emblemáticos de innovación en industrias que estuvieron a punto de extinguirse: la ópera y el circo. ¿Quién querría ver un espectáculo de música clásica, o un trillado show de payasos, si tenemos mejores opciones como el cine 4D, los megaconciertos de Bad Bunny y los divertidos videos de TikTok?
Hace siete años, la reconocida Ópera de San Francisco estuvo a punto de cerrar porque recibía cada vez menos visitantes. El teatro y la música clásica ya no interesaban a las nuevas generaciones. Por tanto, la empresa tuvo que diseñar una nueva experiencia operística donde los jóvenes podían consumir cerveza y, al mismo tiempo, disfrutar de un espectáculo clásico, pero casual, versátil e interactivo. Por su parte, en 1984, Guy Laliberté resucitó el circo con una nueva forma de entretenimiento en vivo, mezclando el teatro, la música y las artes circenses, en vez de utilizar animales o criaturas deformes. De esta manera, su Circo del Sol se convirtió en una de las industrias más exitosas del mundo.
No obstante, los procesos de innovación en la Ópera de San Francisco y en el Circo del Sol no fueron golpes de suerte. De hecho, los líderes de ambas empresas utilizaron el design thinking como herramienta para empatizar con su público objetivo, crear y prototipar ideas y, finalmente, desarrollar soluciones disruptivas en sectores tradicionales de alto riesgo. En ese sentido, considero que deberíamos tomar como ejemplo estos casos para salir de nuestra zona de confort y generar impacto en nuestros respectivos rubros.
No importa si trabajamos en una empresa tecnológica, en una petrolera o en una institución gubernamental, siempre podemos innovar y agregar valor y, en ese proceso, el design thinking puede ser el mejor aliado. ¿Qué debemos hacer, entonces, para sumarlo a nuestras operaciones? Aquí algunas recomendaciones:
Predispongámonos al cambio. Normalmente son las crisis las que nos movilizan a ser innovadores y no la vocación. No esperemos a tener problemas para salir de la caja, mejor desarrollemos sesiones de design thinking para rediseñar nuestros productos y servicios de manera constante.
Formemos equipos multidisciplinarios. El design thinking, al ser una disciplina que fundamentalmente capta las percepciones y sensibilidad de los seres humanos, requiere equipos diversos para generar fricción creativa e impulsar procesos de innovación.
Pongamos foco en el usuario. Una innovación que no resuelve los problemas o necesidades del usuario, no puede ser considerada como tal. Por tanto, las empresas deben aprender a escuchar, observar y empatizar con su target, para luego crear soluciones que transformen la vida de las personas. Para lograrlo, resulta clave la información de primera mano; es decir, levantarnos del escritorio y salir a la calle para tener contacto directo con nuestros públicos.
En suma, no esperemos a estar en riesgo como la ópera o el circo. Ninguna industria o mercado es estático. La moda siempre pasa, las necesidades de la gente cambian constantemente y, por tanto, también sus hábitos de consumo. Tendremos que ser resilientes y reinventarnos cada vez que sea necesario. Por lo tanto, las sesiones de design thinking deberían ser una práctica recurrente en las organizaciones, sean modernas o tradicionales, para afrontar con creatividad los cambios y desafíos del futuro.
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