¡Qué tiempos retadores los que venimos viviendo! Hemos pasado de una crisis repentina —la generada por la COVID-19— a una sostenida, producto de los estragos económicos y sociales pospandémicos y que se caracteriza, en líneas generales, por una incertidumbre que, como una bruma abarca los ambientes de las empresas, emprendimientos e instituciones. En este contexto, el liderazgo se convierte en un factor clave para que una compañía y sus trabajadores sigan adelante y tomen los diferentes aspectos de estos tiempos difíciles como oportunidades para mejorar, ser innovadores y llegar a objetivos. Si bien ya hemos escrito acerca de lo que debe hacer un líder empresarial desde la creatividad, en estos momentos de crisis sostenida desde nuestro papel de guías, debemos tener características especiales ¿sabemos cuáles son las más importantes?
Resiliencia, ante todo. En momentos como este, la tolerancia al riesgo disminuye y el entorno se muestra preocupado. Por eso, la capacidad de adaptarse con éxito a un contexto adverso debe contagiar a todo el grupo. Un líder con entereza conoce las amenazas propias de una crisis sostenida; sin embargo, debe estar capacitado para sacar provecho de las oportunidades que se presentan y promover que los demás también vean la adversidad como una posibilidad de mejora.
Que quede claro que vivimos un cambio. Debemos ser claros con el equipo acerca del contexto que se está viviendo y que, más que nunca, es tiempo de dejar de lado el piloto automático. Por ello, es clave implantar una cultura proactiva en la que la innovación sea la bandera hacia el éxito. Desarrollar procesos y estructuras para la experimentación es el nuevo reto del líder.
No hay que correr. A diferencia de la crisis repentina, donde apagar incendios puede ser prioridad, enfocarse en lo urgente en una adversidad sostenida puede dejar al equipo sin aliento y “quemado” para lo que viene. Seamos estratégicos y busquemos dividir el trabajo entre lo rutinario y lo creativo. En el ámbito personal, no descuidemos nuestras actividades ni a la familia. Invertir tiempo de valor en ello, recargará nuestras energías y nos generará buen ánimo.
Transversalmente a todo esto, un buen líder involucra y promueve la toma de decisiones colaborativa; lo que es más importante aún en tiempos de incertidumbre, debido a algo muy sencillo: dos, cuatro, diez cabezas pueden pensar mejor que una. Juntos saldremos airosos y con grandes aprendizajes de este periodo.
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