J.S.C. es un joven, de 21 años, interno del Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Lima, más conocido como ‘Maranguita’. Este muchacho trabaja hace once meses en Adidas, una reconocida marca deportiva que le ha abierto las puertas al mundo laboral y también deportivo.
Este interno participó dos veces de la Maratón 21k Adidas, logrando excelentes tiempos. Quedó segundo puesto en el Campeonato de Boxeo de la federación, donde recibió medalla de plata. En un año, J.S.C. cumple con su sanción y sale del centro juvenil. Su sueño es ser campeón de box auspiciado por Adidas.
Actualmente, son ocho los jóvenes que están o han salido del centro juvenil los que trabajan en Adidas. Hay otras empresas que están contratando a internos, siempre cumpliendo con las normas que el centro juvenil les exige. Éstas son: Claudia Cupcakes, algunas tiendas de supermercado, así como instituciones, como la Ciclovía de la Municipalidad de Lima y la Fundación Forge.
Para Juan Enrique Alcántara Medrano, director ejecutivo del PRONACEJ, “el resultado es obviamente favorable. Desde que los jóvenes tienen un ingreso económico, influye mucho en la posiblidad de que reinicidan o no. Esto les da la posibilidad de reestructruar una nueva forma de vida”.
“Para que los jóvenes puedan reinsertarse laboralmente no es cuestión del azar. Las propias empresas hacen toda una evaluación y ellos determinan quién puede tener un futuro promisorio en estas empresas. No es una cuestión de casualidad, es todo un segumiento el que se hace”, explicó Alcántara.
Y añadió que por parte del centro juvenil “el seguimiento lo hacemos a través de nuestra unidad de procedimiento que permite registrar estos modelos existosos y poder replicarlos a los demás jóvenes que también van en ese mismo camino positivo”.
G.T.J. es otro interno del centro juvenil que tiene 23 años. Con la llegada de la pandemia, inició virtualmente sus estudios de Computación e Informática en el Instituto Superior Tecnológico Gran Chavín de Huaráz y quiere culminarlos. Actualmente, recibe capacitación virtual por la Fundación Forges.
Si bien ya cumplió cuatro de los seis años de su sanción o medida socioeducativa en el centro, su sueño es estudiar derecho en la universidad y llegar a ser juez. Disfruta de la lectura y le gusta escribir lo que le pasa, pues es una manera —dice él— para extreriorizar sus sentimientos y emociones.
Dentro de los nueve Centro Juveniles de Diagnóstico y Rehabiltación que hay a nivel nacional, también se ofrece a los adolesecentes que no tengan estudios completos la posibilidad de terminar primaria y secundaria a través de los Centros de Educación Básica Alternativa (CEBAS).
Además, durante el progama 3 y 4, que son los últimos niveles en los centros juveniles, hay diversos talleres, como carpintería, panadería, manualidades, talleres artísticos, entre otros. A sus 22 años, P.V.S. descubrió su pasión en el taller de babería. Gracias a su talento ganó el cuarto puesto en un concurso abierto, organizado por la Municipalidad de Chorrilos.
“Desde que me inicié en el programa de bienvenida en el centro juvenil, mi comportamiento fue adecuado y me promocionaron de frente al programa 3. Ahí descubrí los talleres. Gracias a la barbería mi vida cambió y estoy becado. Quiero ser un gran estilista. Estoy abriendo las puertas a mis demás compañeros”, comentó.
El director ejecutivo de PRONACEJ recordó lo que un día le dijo un jóven: Ten fe en mí. “Ese mensaje es muy poderoso. Invocamos a las empresas que tengan fe en nuestros jóvenes. Nuestros jóvenes quieren resocializarse, ser mejores ciudadanos para servir a su familia, a su país. Tengan fe en nuestros jóvenes”, indicó.
Y agregó que “nuestra ambición es que nuestros internos no solo salgan capacitados, pero fundamentalmente certificados. Muchas veces pueden tener las habilidades, pero salen a la vida común y si no tienen una certificación es muy difícil que puedan reinsertarse laboralmente”.
“Estamos trabajando para que la certificación la haga PRONACEJ, pero también buscamos alianzas con el Ministerio de Trabajo. Buscamos aliados estratégicos, universidades importantes, institutos tecnológicos que se han mostrado abiertos a colaborar y dar esta certificación que necesitamos”, dijo.
Estos internos muestran, con esfuerzo, dedicación y ganas de enmendar sus errores, que pueden lograr sus metas y perseguir sus sueños. La infracción que muchos de ellos cometieron de adolescentes no tiene por qué estigmatizarlos de por vida. El deseo de cambiar, acompañado por el trabajo serio y responsable al interior de los centros juveniles, les puede dar la nueva oportunidad que todo joven merece cuando se propone a hacer las cosas bien.
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